Parecía que no, pero sí, la alta nota corresponde con el film, en un principio pensaba que estaba sobrevalorada.

Es impresionante el ritmo de la película, la nostalgia que desprenden esos juguetes es tan grande como aquellos recuerdos tan bonitos de nuestra infancia. Es volver a confiar en esos juguetes con los que disfrutamos tanto una vez en Toy Story y que en la segunda entrega (Toy Story 2) se dejaron llevar sin robarnos el corazón como la primera vez.
Pasando los años nos damos cuenta que las cosas cambian, cambian los amigos, los objetivos, los gustos, etc. Pero no cambia lo que una vez sentimos por ellos, en Toy Story también pasan los años: cambia el director de la obra (de John Lasseter a Lee Unkrich), cambia Andy (de 6 años que tenía a 17) y cambian los juguetes (antes tantos y ahora tan pocos).

Es un paso en el tiempo que muchos deberíamos observar y ver como evoluciona la sociedad en que viviste y la que tienes en frente, a aquel niño que vio Toy Story 3 y la describe como una maravilla, enseñale tú de donde nació y muéstrale la primera obra, aquella con la que conociste una nueva manera de plasmar la infancia en el cine.