Creo que lo he comentado alguna vez, pero tengo que decirlo: cuando veo la palabra "inspirador" en relación con una película, me echo a temblar. Los críticos de cine deberían evitar cuidadosamente esta nefasta palabra. Da tremenda mala espina a menos que seas, no sé, político, cura o asesor publicitario.

"Invictus" es, en efecto, INSPIRADORA. Y si no estás para inspiraciones, pone de una mala leche tremenda ver a un hombre con talento rebajándose a esto, aunque como diga Taylor sea un viejaco y haya que respetarle. Pues lo siento Taylor, no puedo respetar a un hombre que teniendo a los actores, la libertad creativa, la capacidad y el dinero, se marca esta mediocre épica deportiva que lo mismo podría haberla filmado Ron Howard sin que notásemos la diferencia. Si está cansado y pasa de currarse las pelis, que financie a la gente que sí que tiene algo que contar.

De todas las cosas anodinas y faltas de verdadera emoción, tengo que destacar la vergüenza ajena que supone el final super bombástico al ralentí (¡como tres minutos!), indigno de un creador de esta categoría. Como si Paco de Lucía se sacase un punteo a lo Manowar en un tema flamenco. Lo siento, Clint. No voy a levantarme con la mano al pecho a cantar himnos ni voy a poner un poster de Mandela en la cabecera de mi cama, por mucha cámara lenta que gastes.

El cinco, obvio, es por Freeman, que lo hace muy bien incluso cuando se ve que no tiene claro si está interpretando a Mandela...o a San Madiba.