La historia de Alvin Straight es una historia de tantas que suceden y que resultan brevemente insólitas y que uno lee y se admira y enseguida se olvida. De Alvin Straight lo que ha quedado en el mundo terrenal es una placa que dice esto exactamente:

ALVIN R. STRAIGHT
PFC US ARMY
WORLD WAR II
OCT 17 1920 - NOV 9 1996

Podría elegirse cualquier otra historia bonita de la vida, por el motivo que sea se elige a la de Alvin, Alvin y su cortacésped cutre que recorre 500 kilómetros para ir a ver a su hermano con el que no se habla desde hace 10 años (para que una historia sea heroica y emotiva, debe tener muchos datos cuantificables). Alvin es un viejito encantador, parece Papá Nöel con sus azules ojos entrañables y viaja por una América de valores blancos y personajes encantadoramente inofensivos. Todo el mundo quiere ayudar a Alvin, Alvin es un poco cabezota pero buena gente, si no de qué.

En realidad no parece 'una historia verdadera', pero es agradable de ver y de sentir y uno puede disfrutar de los campos y de la muy buena banda sonora de Angelo Badalamenti y Richard Fansworth es un hombre entrañable, su carita sonriente de estar flipando de hacer una película encaja como un guante con la peripecia interior de su personaje. La película no deja de ser una mezcla entre 'Up' y 'Malas tierras', pero sin las características que hicieron singulares y está hecha con el afán evidente de conmover, que no era tan necesario.

Ahora Alvin ya tiene su placa en la tierra y en el otro lado, en el que todos visitan sin salir de su casa. Es lo que tiene el cine, remueve placas e instaura mausoleos.