La razón por la que estas dos bestias gigantes se pelean no es por instinto depredador ni por supervivencia, es simplemente por ver quien conquista el corazón de Lorenzo Lamas. Aunque este razonamiento no se advierte con una simple mirada al film, requiere una especial sensibilidad cinéfila como la mía para llegar a tal conclusión.

La película, que según he podido saber esta rodada en la bañera de la casa del director, se le ocurrió una tarde comiendo palomitas mientras veía documentales de Cousteau y Tiburón, lo que le provocó un cortocircuito en el cerebro que le llevo a idear este film con el inconfundible aroma de salido directamente en DVD y depositado finalmente en la basura.

Extrapoint para Deborah Gibson que no acusa para nada 20 años de felaciones en producciones porno y actúa decentemente sin abrir demasiado la boca.