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Spain Spain · Madrid
GVD rating:
6
Drama The grandeur of the Roman world and powerful jealousy thunder together in Joseph L. Mankiewicz’s adaptation of William Shakespeare’s famous JULIUS CAESAR. Scheming Cassius (John Gielgud), envious of the honors and love conferred upon Caesar by the Roman people, convinces Brutus (James Mason) and other senators that Caesar must be slain before he accepts the ultimate honor of king. But loyal Marc Antony (Marlon Brando), calling forth ... [+]
Language of the review:
  • es
June 9, 2008
67 of 82 users found this review helpful
El teatro sobrevuela constantemente por esta película. La película se intenta localizar en la antigua Roma, nos pretenden vender sus calles, sus templos, sus senados, sus campos, sus campamentos, etc. Pero su envoltorio se queda en eso, en intento. No estamos en la antigua Roma, sino en decorados, y se nota en cada momento. Pero ahora bien, un tal Shakespeare utilizó decorados teatrales para diseccionarnos inmejorablemente al ser humano, y lo que hace Mankiewicz en esta película es recuperar su labor.

Mankiewicz adapta otra historia de este genio sobre el poder, pero esta vez no vemos cómo un hombre puede ser destruido por éste, sino cómo se puede emplear a las masas para obtenerlo. Sin embargo, sólo se utiliza parte de su metraje para contar esto, en concreto hacia la mitad. Antes y después sólo vemos los clásicos discursos de Shakespeare para mostrarnos cómo se carcomen sus personajes, pero esto es eclipsado por los dos discursos que nos muestra Mankiewicz para manipular a las masas:

· El de James Mason (Bruto): usando el lenguaje sabiamente para trasmitir su mensaje, un mensaje honesto, sincero y de preocupación por el estado del país. A pesar de utilizar trucos para llevar a los oyentes por el cauce que se desea, el motivo para esto es legítimo. Y se consigue el propósito momentáneamente: convencerlos de que él lleva razón. Un buen manipulador (y un gran actor Mason).

· El de Marlon Brando (Marco Antonio): estando el otro discurso reciente, ahora se utiliza un lenguaje adulador que parezca que está dándole la razón al anterior mientras que va soltando pequeñas pullas que vayan preparando a la audiencia. Cuando ésta está lista para ser manipulada, entonces se emplean los golpes de efecto, las falsas promesas, el espectáculo, para no sólo no darle libertad para que elija por dónde quiere tirar, sino para arrastrarla por dónde el político exactamente quiera. Y lo que quiere es el poder, la guerra, y la aniquilación de los rivales. Un grandioso manipulador (y un antológico Brando).

El resultado de cuál de los dos políticos consigue su propósito es más que evidente.

Desde el principio de los tiempos, la honradez y la sinceridad nunca han vendido, justo al contrario que el morbo y los fuegos de artificio. Así pues, utilizando un falso envoltorio teatral, Mankiewicz, Shakespare o lo dos, nos disparan a bocajarro un mensaje estremecedor por lúcido y veraz que establece quién fue el que verdaderamente se preocupó por su nación, y no por la envidia o por el poder, quedando para la historia como un modelo a seguir que nadie seguirá, y quién se preocupó exclusivamente por conseguir el poder a toda costa quedando como curiosamente la clase de político que al parecer todos los del oficio pretenden ser. ¿De qué nos extrañamos?, el poder siempre ha sido más jugoso que lo insulsamente correcto.
GVD
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