Detrás de esa apariencia de comedia juvenil, se encuentra una descarnada, fresca y atrevida obra sobre una visión particular del amor que únicamente podía haber realizado Kevin Smith, una de las mayores figuras del cine independiente de los 90 y que aún sigue siendo todo un icono.

Muchos pueden caer en el típico y fatídico error de encontrarse ante una película romántica que habla del amor juvenil. En cierto modo, no andan muy desencaminados, pero su planteamiento es tan original y su tratamiento tan fresco y divertido que la convierten en un film controvertido y especial. Y es que pocas películas nos hablan de un dibujante de cómics enamorado de una lesbiana.

Como no podía ser de otro modo, al tratarse de un film del realizador de “Mallrats”, a los pocos minutos nos adentramos en su inusual universo particular, plagado de guiños y de referencias a las películas como “Star Wars” o a los cómics. Tampoco podían faltar los habituales cameos de sus amigos o de actores que ya han trabajado con él anteriormente. Y, como era de esperar, tampoco faltan a la cita los esénciales y carismáticos personajes de Jay y Bob el Silencioso, los personajes más emblemáticos del universo Smith que aparecen en todas obras.

Smith también vuelve a brillar con luz propia en la escritura del guión, repleto de incorregibles y groseros diálogos con una acidez, originalidad y frescura exquisitas, esta vez mucho más centrado en el sexo que en sus otros films.

En pocas palabras, “Persiguiendo a Amy” es la visión de película romántica que tiene Kevin Smith, pero la obra está embriagada por todo su estilo, qu se encuentra en estado de gracia, con unos mordaces diálogos únicamente igualados tanto en frescura como en calidad por Quentin Tarantino.