Lo cierto es que era un ejercicio muy complejo el crear una segunda parte de una película tan mítica (o mitificada, según se mire) sin crear una esperpéntica mofa del original o una película completamente inconexa.

El resultado es algo más que digno. Los personajes no pierden un ápice de su carácter de la cinta original, salvo el efecto del paso de los años, más por sus rostros que por sus cerebros. Los efectos visuales, miniflash-backs y
demás, imitan correctamente los que se emplearon en la primera parte y el hilo argumental es razonablemente coherente.

Por poner un pero, el personaje de R. Carlyle está en un grado superlativo, de suerte que no se si hace de correa de transmisión de toda la película o es un lastre para la historia que se quiere narrar. Lo cierto es que, de un modo u otro, funciona.

Recomendable para aquellos que "fliparon" con Trainspotting hace 20 años. De todos modos, una tercera parte que sería tan innecesaria como ha sido esta segunda.