Bette Davis odiaba a muerte a Joan Crawford, y Joan sentía las mismas cosas bonitas por Davis, pero ambas tenían en 1961 un punto en común, ambas estaban en el olvido y por lo tanto sus egos estaban heridos, así que por fortuna estas magnificas damas se juntan, no por que quieran arreglar las paces, sino porque querían volver a ser protagonistas y tener la vitalidad que antes las caracterizo a las dos.
Afortunadamente para estas dos damas, todo salió en un film que resulta una total armonía entre guion, montaje, dirección y con unas brillantes actuaciones, el tema de la película visto por los ojos de un mojigato, resulta crudo y frívolo, pero no lo es, y eso es lo que siempre una gran película del género que sea ofrece, explicación sobre su tema trátese del que sea, y esta gran película no es excepción, la victimaria en este caso al final resulta que fue víctima.
Una cosa que es imposible no hablar de esta película es la actuación de Bette Davis, de principio a final, interpreta a una niña en un cuerpo de anciana, obstinada, caprichosa y hasta odiosa, pero chistosa en ciertos aspectos en como al caminar en pantuflas las arrastras como un gesto de desinterés por la vida, o cuando baila muestra su deseo de ser el centro de atención como lo fue en antaño, y muchas otras cosas que solo Davis, es capaz de ofrecer, no por cuestión de lastima ella es la actriz número uno para muchos cinéfilos incluyéndome, incluso por encima de Katharine Hepburn, pero es obvio que las dos manejaban dos tipos de actuación diferente, igual que la de Davis con Crawford, esta última supuestamente era el diablo en la vida real, pero nos ofrece el retrato de una mujer desvalida que necesita ayuda y quien no quisiera dársela, hasta yo la sacaría de la casa de Baby Jane y la adoptaría en la mía.