La primera escena de esta película me sacó los ojos de las órbitas y me hizo temer por lo que pudiera contener el film. Una adolescente en bragas, en una cama de matrimonio, con las piernas abiertas, haciéndole mimitos a un perrazo como un caballo. Se insinúa un tema tabú. Bien. Pero, o yo no lo he entendido, o es un incio absolutamente fuera de contexto que no introduce ni en el fondo ni en la forma nada del mejunge indefinido que viene a continuación.

Dicho esto, se trata de la segunda película que veo de T. Malick después de La delgada línea roja. Y me reafirmo en lo que ya vi entoces: ¿por qué no se dedicó este hombre a filmar para National Geographic? Pero si le encanta la fotografia de postalismo barato, los animalitos del bosque, la madre naturaleza... ¡incluso estoy por pensar que el mito del buen salvaje!

Le he puesto un "pasable" porque los actores se lo curran hasta donde realmente pueden, pero la cosa no da para más. No soporto las obras con más afán poético que poesía, ni aquellas que navegan perdidas sin encontrar el tono.

En fin, que sí, que es entretenida en proporción inversa a tu nivel de aburrimiento previo. Y vale, queda claro que si eres un psicopatón, necesitas aceptación, y vives en un país en que se compra un rifle con la misma facilidad que una escoba, la puedes liar parda. Y hasta aquí.

Un año antes, Sam Peckinpah rodó "La Huída" con Steve McQueen, una película con algunos puntos en común (esencialmente, la huída de una parejita en que el delicuente es él). Si ya la habéis visto, no me neguéis que no se come a esta con patatas.