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Héctor rating:
2
6.5
84,606
Adventure. Action. Romance
Based on the epic poem 'The Iliad' by Homer, the film follows the assault on Troy by the united Greek forces and chronicles the fates of the men involved. The war started when young Trojan prince Paris (Orlando Bloom) seduces the Sparta's queen, Helen (Diane Kruger). The fortress city of Troy is attacked by a heavy Greek army led by Menelaus of Sparta and Agamemnon of Mycenae. In this Greek army Achilles (Brad Pitt) only join the war ... [+]
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- es
May 17, 2009
53 of 85 users found this review helpful
Antes de nada, me gustaría aclarar que, como persona pacífica que soy, rechazo y condeno la violencia en todas sus formas y expresiones. Ahora bien, eso no quita para que si algún día me cruzase por la calle con el señor Petersen lo agarrase del cuello y le arrancase la piel a tiras en nombre de las artes y la cultura. Nuestros hijos nos lo agradecerían. Y los hijos de los hijos de nuestros hijos.
Cuesta creer que un clásico de la literatura universal pueda haberse tergiversado, distorsionado y retorcido hasta el punto en que lo ha hecho el señor Petersen con su abominable película. Aún hoy me pregunto cómo ha sido capaz de deformar de una manera tan atroz una historia a prueba de idiotas como es la Ilíada. Y es que el director ha demostrado una habilidad sin par en lo que a destrucción de la cultura se refiere, igualable únicamente a la de Hitler y sus famosas “sesiones de lectura junto al fuego”.
No entraré a valorar el apartado técnico del film, ya que no merece mención especial alguna (la misma fórmula drama/romance/acción reconocible en cualquier superproducción hollywoodiense y vista hasta la saciedad). Tan sólo señalaré la increíble pobreza escenográfica de la que hace gala. Cuesta creer que una película que costó alrededor de 200 (¡doscientos!) millones de dólares tenga estos escenarios tan lamentables. Para mí que alguien se gastó el grueso del presupuesto en fulanas y drogas de diseño, porque si no, esto no hay quien lo entienda.
Cuesta creer que un clásico de la literatura universal pueda haberse tergiversado, distorsionado y retorcido hasta el punto en que lo ha hecho el señor Petersen con su abominable película. Aún hoy me pregunto cómo ha sido capaz de deformar de una manera tan atroz una historia a prueba de idiotas como es la Ilíada. Y es que el director ha demostrado una habilidad sin par en lo que a destrucción de la cultura se refiere, igualable únicamente a la de Hitler y sus famosas “sesiones de lectura junto al fuego”.
No entraré a valorar el apartado técnico del film, ya que no merece mención especial alguna (la misma fórmula drama/romance/acción reconocible en cualquier superproducción hollywoodiense y vista hasta la saciedad). Tan sólo señalaré la increíble pobreza escenográfica de la que hace gala. Cuesta creer que una película que costó alrededor de 200 (¡doscientos!) millones de dólares tenga estos escenarios tan lamentables. Para mí que alguien se gastó el grueso del presupuesto en fulanas y drogas de diseño, porque si no, esto no hay quien lo entienda.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Pero volvamos a lo más grave de Troya: la ignominiosa adaptación del director. El problema no es que no haya sido fiel a la Ilíada, la “novela” (ja ja), como la llaman algunos. Ni tampoco que haya querido contar la historia desde un punto de vista más realista (una idea que podría haber sido muy interesante si se hubiera llevado bien). No. El problema es que Petersen ha usurpado una obra maestra de la literatura y la ha hecho encajar a base de martillazos en los esquemas comerciales de Hollywood hasta asesinarla. Y es que, a consecuencia de la paliza de Petersen, la historia está tan desfigurada que apenas se la reconoce.
Así, los personajes que en la Ilíada sobreviven a diez años de contienda aquí cascan a la primera de cambio, y los que perecen noblemente en el combate aquí se van de rositas. Petersen ha simplificado la trama y la psicología de los personajes hasta reducirla a una distinción vergonzosa de “buenos y malos” que insulta a la inteligencia. Por supuesto, los malos mueren y los buenos viven, como el dólar manda. De esta forma, Menelao (una especie de vikingo mal peinado), que según la mitología gana la guerra y se lleva a Helena de vuelta a Esparta, muere transcurridos 20 minutos escasos de película (qué ganas tuve de marcharme del cine en ese momento).
El papel de Aquiles no puede ser peor, y no por culpa de Brad Pitt, cuya profesionalidad está fuera de toda duda, sino por la visión del director de lo que debe ser Aquiles: un metrosexual de playa que sirva de ídolo a adolescentes histéricas con las hormonas desatadas.
Si tuviera dinero suficiente, compraría todas las copias existentes de esta abominación y las lanzaría en un cohete al espacio en pos de la dignidad y el decoro humanos. Espero, eso sí, que no haya vida inteligente ahí fuera, porque si no, pobrecillos.
Así, los personajes que en la Ilíada sobreviven a diez años de contienda aquí cascan a la primera de cambio, y los que perecen noblemente en el combate aquí se van de rositas. Petersen ha simplificado la trama y la psicología de los personajes hasta reducirla a una distinción vergonzosa de “buenos y malos” que insulta a la inteligencia. Por supuesto, los malos mueren y los buenos viven, como el dólar manda. De esta forma, Menelao (una especie de vikingo mal peinado), que según la mitología gana la guerra y se lleva a Helena de vuelta a Esparta, muere transcurridos 20 minutos escasos de película (qué ganas tuve de marcharme del cine en ese momento).
El papel de Aquiles no puede ser peor, y no por culpa de Brad Pitt, cuya profesionalidad está fuera de toda duda, sino por la visión del director de lo que debe ser Aquiles: un metrosexual de playa que sirva de ídolo a adolescentes histéricas con las hormonas desatadas.
Si tuviera dinero suficiente, compraría todas las copias existentes de esta abominación y las lanzaría en un cohete al espacio en pos de la dignidad y el decoro humanos. Espero, eso sí, que no haya vida inteligente ahí fuera, porque si no, pobrecillos.