Esa es la enseñanza que yo caso de esta película.
Tenemos un padre que es un fanático religioso, una mujer chalada que se convierte al judaísmo al casarse, un hijo que tiene toda la atención de su padre hasta que se la roba su hermana pequeña, y una niña (lo mejor, sin duda, de la película) que a raíz de ganar un concurso de deletreo se gana toda la atención de su padre, el cual ve en ella unas características místicas que le deben permitir hablar con Dios.
A partir de aquí, empezamos a ver lo realmente locos que están todos en esta familia, especialmente la madre.
La interpretación de los personajes es bastante aceptable; la niña lo hace realmente bien, el hermano es un personaje que no da más de sí, el papel de Richard Gere es también bastante flojo (y muy hecho a su medida, me atrevería a decir), y, por último, Juliette Binoche lo hace muy bien (como es habitual en ella) pero su personaje es para mi gusto lo peor de esta cinta.
Por lo demás, la película está bien hecha, con una buena ambientación y está bien llevada. Pero no se puede esperar mucho más de un guión tan pésimo, soso y aburrido, y que parte de una idea tan simple y tan americana como son los concursos de deletreo; y no sólo parte de ahí, sino que se centra en esa misma idea durante la mayor parte del metraje. Además, el doblaje de los concursos de deletreo hacen que la película parezca aún más absurda, cuando algunos niños fallan palabras tremendamente fáciles cuando sólo les falta una letra que además resulta ser la más sencilla.
No se la recomiendo a nadie que no tenga ganas de ver algo más allá de lo que simplemente se nos muestra por pantalla, y mucho menos a los que vayan al cine buscando diversión.