“No es país para viejos” se construye sobre la premisa de que nada de lo que sucede puede ser manejado; lo que un día existe al día siguiente puede haber desaparecido y el camino que configuramos con nuestro paso puede desvanecerse sin ninguna razón. Todo es un cara o cruz, y no importan tus valores, tus convicciones, tus esperanzas o tu experiencia; la situación se manifiesta sin dejarse influir por ningún objeto; ni la justicia, ni el valor ni las intenciones de cada uno. Y no hay forma de escapar a ello; de nada sirve proseguir, y no vivimos en un lugar para viejos, pues imaginarnos a nosotros mismos en la senectud implica anticipar que la realidad nos va a permitir avanzar todo lo que queramos, lo cual es un acto de soberbia. Interesante producción.