Es un dorama, de acuerdo, pero ¡ay, que dorama! Esta vez el bizcocho les ha subido más de lo que esperaban.

Pero estamos ante una serie coreana de esas que por momentos quitan el aliento, pues mezcla de una manera amor, conflicto, guerra, muerte, decisiones, venganzas, en un contexto histórico completamente apartado de nuestro radio mental, tal y como es el de la emperatriz Qi , consorte de Toghon Temur, el último emperador de la dinastía de Yuan, aquí presentado como el amante más joven de Nyang llamado Ta-hwan, siempre enamorado de ella y despechado porque ella no le corresponde, y padre de su hijo Ayushiridara, junto a otro actor también camaleónico que hace del amor imposible de la guerrera que llega a ser emperatriz.

Realmente no conozco a ningún actor coreano porque su tipo de cine no es de mis favoritos, pero aquí tengo que decir que todos han hecho una labor más que digna. Es cierto que sobre todo el que hace el papel del joven príncipe Ta-hwan a veces cae en la sobreactuación y con ello en el ridículo, pero también que curiosamente es el personaje que más momentos memorables da a esta serie de 51 episodios. Muchos de los personajes caen en la sobreactuación, es la firma del cine coreano y sobre todo de sus series, pero no significa que no estemos ante profesionales.
Yo la vi en coreano con subtítulos en español, pero tiene el largo justo. Ni se enrolla demasiado ni es corta, se emitió en unos cuatro o cinco meses en su país original creo.
La historia de la mujer que fue guerrera y luego emperatriz me recuerda lo que ha apartado la licencia histórica. Aquí han juntado la historia real de la ciudad prohibida junto al mito de Mulán, y han hecho uno de los más curiosos y mejor construidos triángulos de amor para entretener a los más jóvenes.
El resultado es una serie entrañable, con buenas batallas, un magnífico vestuario e interiores y grandes historias de amor desgarradas totalmente, aunque pequen de idealistas y de falta de imaginación.
Ya podían las cadenas de más calado tomar nota. Esta serie sobresale entre muchas coreanas que he visto, por su rigor, su seriedad, su forma tan poética de plasmar algo como una guerra o la lucha por la sucesión. Sin recurrir a demasiadas ñoñerías, el contexto y la lucha de la protagonista se mantiene junto a la tensión dramática. Hoy en día ninguna serie consigue tal cosa.