Para contar con un buen material entre manos, es decir, unos efectos visuales punteros, una supuesta nueva historia y un excelente reparto: Liam Neeson (Qui-Gon), Natalie Portman (La reina), Ewan McGregor (Obi-Wan), Samuel L. Jackson… El episodio I de la nueva trilogía resulta ser un torpe comienzo. Uno de los puntos flacos más importantes, es la duración (excesiva para lo que se tiene que contar) y la lentitud de narración que lastra profundamente la película. El continuo abuso de escenas de acción alargadas para el lucimiento de unos majestuosos efectos especiales, no ayuda, acaba cansando y finalmente enfría el conjunto quitándole humanismo a las imágenes. También se peca de sensiblería superlativa, me explico. Demasiadas escenas sirven de excusa para mostrar cuanta bondad hay en los Jedi, o en el jovenzuelo Anakin, que sí, que es un niño muy rubio, muy bueno que dan ganas de abrazar, pero acaba resultando empalagoso.
La trama, sobretodo la parte política, es muy interesante pero no llega a absorver, se intenta crear algún giro inesperado, pero falla y resulta ser del todo predecible y, como dije antes, lenta, muy lenta.
No se trata, en absoluto, de una mala película. El elenco de actores está impresionante. Además cuenta con buenas escenas, como las magistralmente coreografiadas peleas de sables láser entre Qui-Gon, Obi-Wan y Darte Maul, que son sin duda lo mejor de la película. También es bonito el guiño que se hace al final de la película, que recuerda mucho al cierre de la anterior trilogía.

En definitiva, la película se deja ver, con algunas partes algo aburridas, sobretodo por la mitad. Pero al final, merece la pena. Que eso, que es un producto comercial, que no cuenta nada nuevo pero que entretiene leñe.
Si aun no la habéis visto, van a reestrenar toda la saga en 3d dentro de poco.