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Kasanovic rating:
8
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February 3, 2012
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Muda y en blanco y negro. Esas son las dos principales características que todo el mundo atribuye a The Artist, por ser las más clarividentes. Sin embargo, y si bien es cierto que es muy difícil imaginarse a esta obra de otra manera, quedarse en esos meros hechos supondría obviar todo lo que existe bajo la superficie de una de las mejores películas de los últimos años, que no es precisamente poco.
Porque The Artist es, en sí misma, un homenaje a la historia del cine. Transcurre a finales de los años 20 y principios de los 30 del siglo pasado, cuando la llegada del cine sonoro apartó bruscamente a toda una industria del cine mudo que había resultado muy exitosa hasta el momento. Una de estas personas que se ven abocadas al olvido es George Valentin, un famoso actor que vivía una etapa de gloria profesional durante los felices años 20, máxime cuando conoce accidentalmente a Peppy Miller. Ésta entrará en el mundo de cine gracias a la ayuda de George; sin embargo, al llegar el sonido a la gran pantalla, sus carreras comenzarán a trazar caminos distintos. Mientras George renuncia a trabajar en el nuevo cine, optando por dirigir y producir él mismo sus propias películas, Peppy se convierte en una reputada actriz.
Ya hemos comprobado en grandes obras como El crepúsculo de los dioses, del maestro Billy Wilder, que este cambio radical en la manera de hacer cine dio al traste con la carrera de muchos y muy buenos actores. En la vida real, nos queda el recuerdo de un Charles Chaplin que se sobrepuso a esta revolución filmando joyas como Candilejas. En The Artist se nos ofrecen los tres lados del triángulo: los viejos actores del cine mudo, los jóvenes que emergen gracias al sonido, y por supuesto las productoras, principales artífices del cambio ante la oportunidad que vieron de ganar mucho más dinero.
Sería erróneo, sin embargo, decir que The Artist se nutre exclusivamente de las técnicas de aquella época. Más bien al contrario, es impensable que una película así pudiese haberse dirigido de una manera tan magistral hace ochenta años, puesto que Hazanavicius bebe claramente de las evoluciones que en materia de dirección se han producido a lo largo del siglo. Quien sí podía haber sido digno de los años 20 es Jean Dujardin, un actor que realmente habría que verlo en carne y hueso para comprobar que existe hoy en día. No nos quedaremos cortos al afirmar que clava completamente su papel, aparentando de manera completa ser un actor de cine mudo. Es de las interpretaciones más perfectas que se pueden recordar en lo que llevamos de siglo. Además, la empatía que genera con el espectador es absoluta, riendo, llorando y bailando al ritmo que marca. A esto contribuye de manera notable una banda sonora fenomenal, que marca los tempos de la narración a la vez que provoca unas ganas tremendas de arrancarse a bailar.
Acabo en spoiler sin destripar nada.
Porque The Artist es, en sí misma, un homenaje a la historia del cine. Transcurre a finales de los años 20 y principios de los 30 del siglo pasado, cuando la llegada del cine sonoro apartó bruscamente a toda una industria del cine mudo que había resultado muy exitosa hasta el momento. Una de estas personas que se ven abocadas al olvido es George Valentin, un famoso actor que vivía una etapa de gloria profesional durante los felices años 20, máxime cuando conoce accidentalmente a Peppy Miller. Ésta entrará en el mundo de cine gracias a la ayuda de George; sin embargo, al llegar el sonido a la gran pantalla, sus carreras comenzarán a trazar caminos distintos. Mientras George renuncia a trabajar en el nuevo cine, optando por dirigir y producir él mismo sus propias películas, Peppy se convierte en una reputada actriz.
Ya hemos comprobado en grandes obras como El crepúsculo de los dioses, del maestro Billy Wilder, que este cambio radical en la manera de hacer cine dio al traste con la carrera de muchos y muy buenos actores. En la vida real, nos queda el recuerdo de un Charles Chaplin que se sobrepuso a esta revolución filmando joyas como Candilejas. En The Artist se nos ofrecen los tres lados del triángulo: los viejos actores del cine mudo, los jóvenes que emergen gracias al sonido, y por supuesto las productoras, principales artífices del cambio ante la oportunidad que vieron de ganar mucho más dinero.
Sería erróneo, sin embargo, decir que The Artist se nutre exclusivamente de las técnicas de aquella época. Más bien al contrario, es impensable que una película así pudiese haberse dirigido de una manera tan magistral hace ochenta años, puesto que Hazanavicius bebe claramente de las evoluciones que en materia de dirección se han producido a lo largo del siglo. Quien sí podía haber sido digno de los años 20 es Jean Dujardin, un actor que realmente habría que verlo en carne y hueso para comprobar que existe hoy en día. No nos quedaremos cortos al afirmar que clava completamente su papel, aparentando de manera completa ser un actor de cine mudo. Es de las interpretaciones más perfectas que se pueden recordar en lo que llevamos de siglo. Además, la empatía que genera con el espectador es absoluta, riendo, llorando y bailando al ritmo que marca. A esto contribuye de manera notable una banda sonora fenomenal, que marca los tempos de la narración a la vez que provoca unas ganas tremendas de arrancarse a bailar.
Acabo en spoiler sin destripar nada.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
En suma, The Artist es una película muy bella. El trabajo que se ha realizado con esta obra es fabuloso, desde el principio hasta el final. Está construida de una manera clara y a la vez profunda, permitiendo que ahonde en nuestros sentimientos sin ningún tipo de obstrucción burda como tantas veces ha ocurrido en los últimos tiempos. The Artist puede suponer un paso atrás por sus propias condiciones técnicas, es indudable, pero ojala haya más películas que hagan una regresión de manera tan perfecta como ella. Eterno agradecimiento a Hazanavicius, Dujardin y todos los que han hecho posible que recordemos qué es de verdad el cine y porqué siempre nos ha maravillado tanto.