A Howard Beale le pasó lo mismo que a Kurt. Intentó utilizar su posición social para criticar algo, y el público acabó convirtiendo su mensaje en parte de lo que éste criticaba.

Partiendo de una idea francamente brillante, pero mal explotada, Sidney Lumet construye este filme de atmósfera oscura a base de planos fijos (calculo que el 95% de los planos de Network son fijos) en escenarios cerrados y de diálogos kilométricos en los cuales se esconde una contundente crítica a la televisión, y en menor medida a la sociedad. A destacar, que Lumet prescinde de banda sonora y que utiliza notablemente la iluminación. Pero falla, a pesar de eso, en tener un estilo simple y en usar una narración muy convencional. Cosas que consiguen que la película no tenga toda la garra que necesita por momentos, que a pesar de ser una crítica mordiente, como filme se quede algo descafeinado.

Buenas actuaciones. En especial por parte de Peter Finch, que se luce en sus monólogos. Unos monólogos sinceros y verdaderos, tomados a la ligera por un público aborregado. Ni siquiera los espacios televisivos a los que debería de exigírseles un mínimo de seriedad la tienen. Todo es un circo. Sólo importa la audiencia. A tomar por saco la veracidad, la dignidad, la moralidad, y todo eso de lo que cada día hay menos. Ese es el mensaje de Un Mundo Implacable.

La decisión que se toma al final, me parece un tanto exagerada. Pero convierte a la crítica en redonda.