Tengo que admitir que el musical no es precisamente santo de mi devoción. Es un género cinematográfico que nunca me ha apasionado (al igual que las comedias románticas). No obstante, de vez en cuando veo alguno porque me gusta ver todo tipo de cine. Que recuerde ahora mismo, a bote pronto, el musical que más me ha gustado fue “Bailar en la oscuridad” (también me agradó “Moulin Rouge” aunque un poquito menos). Creo que ya está porque el resto de musicales no me han hecho mucha gracia o directamente me parecen malas películas. Sobre “Chicago” no voy a hablar muy bien que digamos y daré mis razones en breve, pero vaya por delante que este es un filme que se lo recomendaría sola y exclusivamente a los amantes incondicionales del género musical, al resto de espectadores les diría que no lo viesen.

El principal problema que le veo a “Chicago” es que no tiene guión, no te cuenta una historia y va intercalando los números musicales como suelen hacer en otros productos similares. Aquí hacen justo lo contrario, o sea, cantan y bailan sin parar y en los intervalos donde no hay música te cuentan una historia. Una historia que dicho sea de paso me parece una trochería de principio a fin. Este es el factor desencadenante de que me haya aburrido de lo lindo, ya que la trama es soporífera, tonta y carente de interés. Luego hablaré de los bailes y eso, pero su valor como película cinematográfica es inexistente, su trama no engancha en ningún momento y la cinta se hace insoportable durante la mayor parte del metraje.

Las coreografías de los bailes no están mal, la mayoría de los bailoteos se dejan ver aunque no sean nada del otro mundo. Las canciones ya son otra historia muy diferente, a mí no me ha gustado ninguna de ellas y encima han cometido el error de que todas son prácticamente iguales. Debido a esto, los números musicales ya saturan antes de la mitad de la cinta y, además, al ser tan seguidos rompen el pulso narrativo por completo. El vestuario y los escenarios no son deslumbrantes, para ser sincero me los esperaba mucho mejores. El único número musical que me gustó de verdad fue el que hicieron juntas Renée Zellweger y Catherine Zeta-Jones en Broadway (y tampoco es que fuese la pera limonera, vamos).

Sobre los Oscars que ha ganado apenas voy a comentar nada porque hace tiempo que esos premios perdieron toda su credibilidad y sentido común. ¿6 Oscars para “Chicago”?... 6 palos en la cabeza le daba yo a los miembros de la Academia.

Y poco más voy a añadir, “Chicago” me parece una cinta muy sobrevalorada, pretenciosa, sin sentido, demasiado sosa y demasiado pomposa. Personalmente, se me ha hecho interminable e incluso por momentos me ha parecido un truñaco impresionante.