Estamos ante el director ilusionista del cine por excelencia, capaz de hacer funcionar el peor de los textos cuando lo lleva a la pantalla. Que puede darnos desde decepcionantes entretenimientos como "Parque Jurásico" y "La guerra de los mundos", o desde flojas películas como "Always", hasta mitos filmícos como "Tiburón", "E.T." y "Indiana Jones", o hasta una lista de muy buenas películas como "El diablo sobre ruedas", "El color púrpura" y "En busca del arca perdida". Con "La lista de Schlinder" alcanza por fin la gloria del reconocimiento unánime de público y crítica -esa crítica que tanto desconfiaba de su comercialidad-. Así finalmente siete Oscars coronan esta auténtica obra maestra.

Rodando con una exquisita fotografía en blanco y negro, Spielberg sabe conjugar perfectamente ese efectismo característico de su cine con una sólida historia y una magnífica dirección de actores. La verdad es que tanto Liam Neeson como Ben Kingsley y Ralph Fiennes se lo ponen muy fácil con sus magníficas interpretaciones.

Una historia poderosa que, aunque le sobra el epílogo en color, nos cala hasta los huesos y nos obliga a disimular la lagrimilla de emoción contenida cuando el empresario Schlinder se despide de todos aquellos cuyo nombre se incluía entre los márgenes que limitaban la vida de la muerte. Un reloj, un anillo, un coche... ¡Cuántos nombres más podían haberse escrito! Asistimos a uno de esos momentos que pueden trasformar de verdad a un hombre y le acompañamos en esa trasformación desde la falta de escrúpulos a la más humana heroicidad.