Sinceramente algo que he envidiado toda mi vida es a esa clase de gente que mantiene los amigos desde la infancia, yo por desgracia y debido al trabajo de mi padre teníamos que mudarnos bastante a menudo. Y ver esta historia te da un poco de sentimiento, nostalgia por lo que pudo haber sido y no fue.

La historia comienza con fuerza e interés la verdad, cuatro amigos desde la más tierna infancia y con algo bastante en común...las apuestas, cualquier cosa era válida para retarse entre ellos. Un ligue, ,un trabajo, un enemigo. Pero sucede un suceso desgraciado y les separa por largos años. Pero por casualidades de la vida, otro suceso dramático los volverá a reunir, para llevar acabo la última de las apuestas, ¿la recompensa? 17 millones de euros.

Para pasar el rato está bien, a diferencia de las comedias americanas a las cuales les sobra mala leche, esta es muy light, se echa de menos un poco más de pimienta al asunto y menos clases de moralidad, ya somos mayorcitos para saber que está bien y que está mal, no hace falta que nos lo cuenten en una comedia española. En cuanto a las actuaciones, Ernesto Alterio está soberbio, a Diego Martín la verdad es que lo veo siempre interpretando al mismo personaje y bajo el mismo registro y Goya Toledo le falta mala hostia para interpretar a ese demonio de esposa.

Lo dicho, producto sin pretensiones y rápido de asimilar para una tarde sin nada que hacer.