El debut de Diego Ros con su película ‘El vigilante’ anuncia a un director con una tremenda capacidad para conseguir un clima opresivo y atrapante, con un inicio que promete, que logra sostener durante el resto del metraje a pesar de ciertos excesos en el guion.

Un vigilante de una obra en construcción llega temprano para cubrir su turno, se llama Chava y mira como la policía investiga lo sucedido en el interior de un auto estacionado en las cercanías del lugar, Chava da su versión, pero esta no coincide con la de su compañero que le antecede. El policía les sugiere que unifiquen su declaración para evitarles problemas.

Chava trata de convencer a su compañero, pero este se niega y lo persuade a él para que la cambie, como si tratase de ocultar algo, cuando Chava ha terminado su turno descubre que el otro vigilante tiene a una chica oculta en el lugar, supuestamente su sobrina, por lo que de ahí en más las cosas empiezan a complicarse.

Diego Ros consigue narrar con solvencia una historia que inicia de una manera impecable, con un dominio total del espacio físico, el cual se convierte en un personaje más, llevando al relato a un alto nivel de tensión y suspenso.

Pero conforme la trama avanza, diversos sucesos dentro de la misma, los cuales se van sucediendo de manera progresiva, pero con ciertas fallas en el verosímil, terminan atentando contra un relato narrado de manera solvente.

Una ópera prima con un gran director en potencia detrás, que logra un relato eficaz a pesar de sus fallas, pero que logra remontar transmitiendo esa sensación de desesperación y narrado con pulso firme y con una gran determinación para crear climas de manera eficaz.


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