Un 5. Es una peli de 5, ¿por qué?

Bueno, es curioso que esto haya ganado Cannes. Si ves unas cuentas pelis al año sabrás que, objetivamente, no lo merece. Sí, ya sé todo eso de la subjetividad de algo tan objetivo como el arte. Pero no lo merece. No, no y no.

¿Por qué no merece esto ganar Cannes?

Es demasiado larga. 3 horas, por favor, 3 horas en las que la mayor parte del tiempo el director se hace pajas mentales con la expresión entre <i>cyborg</i> y pánfila de la protagonista aparente. 3 horas en las que utilicé el <i>fast forward</i> cuando notaba que se acercaba ese momento de absoluto vacío, de carencia total de imaginación.

Cuando estaba a punto de tirar la toalla ocurrió algo, además de la aparición de la chica con pelo (inicialmente) azul. Había una actriz. A los 15 minutos estaba asistiendo a una escena de porno lésbico muy bien rodada. Aquí fue cuando las paranoias de otros críticos se volvieron ridículas. Esta no es una peli de lobby ni adoctrinadora. Esta sólo es una peli con porno lésbico para críticos cuarentones heterosexuales.

Por eso ganó Cannes.

Luego pasó lo de siempre: te amo, me amas, te amo, pero no sé si me amas. Tendremos que sernos infieles para ver si nos amamos. El hecho de tener coordenadas mentales antagónicas, por no hablar del rollo clasista reducido al ridículo, hacen que podamos ser buenas amigas. Pero nadie folla como tú. Pero nadie me follará como tú.

Fin.

Un cinco a lo sumo, más que nada por reconocer el mérito de una buena operación de mercadotecnia con resultados, a la vista está, desmesurados. Eso sí, me encantó la escena del primer beso. Quizá por eso le di el 5. De lo contrario se habría quedado en 3.

Cifras. Contradicciones. Algoritmos de nada.