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Reaccionario rating:
4
Romance. Drama Based on the internationally acclaimed best-selling novel by Arthur Golden. In the years before World War II, a Japanese child is torn from her penniless family to work as a geisha house. Despite a treacherous rival who nearly breaks her spirit, the girl blossoms into the legendary geisha Sayuri. Beautiful and accomplished, Sayuri captivates the most powerful men of her day, but is haunted by her secret love for the one man beyond her reach. [+]
Language of the review:
  • es
March 23, 2014
11 of 16 users found this review helpful
Geishas, sumo, templos sintoístas, cerezos en flor, kimonos, ceremonias del té, farolillos de papel, sake, ricksaws y wagasas; arquitectura, costumbres, música, danza, caligrafía, ritos y demás del Japón, país de una cultura tan rica y alejada como fascinante a ojos occidentales. Rob Marshall le da un barniz hollywoodiense pero aún así, o puede que gracias a esto, consigue transmitirnos el alma tradicional nipona, a partir de la novela homónima de Arthur Golden publicada en 1997. "Memorias de una geisha" respira belleza en su impecable puesta en escena. Seis nominaciones, entre ellas a la banda sonora, y tres Oscars para premiar con justeza su deslumbrante fotografía, vestuario y dirección artística. En este sentido, cuenta con alguna secuencia de una plasticidad asombrosa como es el caso del baile bajo la nieve que me ha puesto la piel de gallina. Incluso la historia tiene un buen comienzo con esta chiquilla que te parte el corazón.

Entonces, ¿Qué pasa con la nota? Pues que junto a los aciertos cuenta con errores, algunos graves. El primero es que como drama personal-histórico pasa de puntillas, olvidándose, por ejemplo, de una hermana perdida o de una guerra mundial que se ventila en un par de minutos. Me da coraje porque tiene un marco idóneo para una historia de amor épica, una época turbulenta pero apasionante del Imperio del Sol Naciente, desde 1929 a finales de los 40, junto el desarraigo de los personajes. Pero con tanta rapidez, por ejemplo, el enamoramiento exprés, causa un poco de irritación. Segundo, eso de poner a chinas haciendo de japonesas es difícil de perdonar, sobre todo porque parece validar la irritante afirmación de "todos los orientales son iguales". Pues no y se nota. Pero es peor lo tercero: las geishas no son prostitutas. Es tal la calumnia que se vierte, como en las inventadas subastas de virginidad, que hubo hasta demandas.
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