Absolutamente maravillosa, grandiosa, bellísima, irrepetible e insuperable película sobre el mito del vampiro que nos regaló Francis Ford Coppola. Extraordinaria desde todos los puntos de vista, su visionado es una experiencia única que recordarás para siempre.

Cuando una obra merece un 10 es que es perfecta. Y "Drácula de Bram Stoker" lo es. Todo: actores (¡gran Gary Oldman!), dirección, guión, fotografía, vestuario, sonido, banda sonora (magnífica Annie Lennox con "Lovesong for a vampire" en los créditos rojo sangre, broche de oro para la película), están insuperables. Y eso se nota.

Y luego la historia en si, muy fiel a la novela, pero enriquecida con la historia de amor más hermosa de la historia del cine: emotiva, profunda, sensible, puro sentimiento, amor desbordado, total, más allá de la muerte y del tiempo. Confieso que lloré en más de una ocasión. Cada vez que se cruzan el vampiro y Mina te quedas sin respiración. Para aprenderse de memoria algunas secuencias como cuando están en la cama.

La cinta cuenta con un derroche prodigioso de recursos, con un esteticismo asombroso, con un tono onírico, irreal, romántico y gótico digno de aplauso, con una cantidad de detalles de una belleza que te estremece, con unos fundidos de una creatividad increíbles, con una cantidad de secuencias inolvidables como el principio, el final, cada vez que se encuentran Mina y Dracula, la "transformación" de Mina, etc.

Por momentos terrorífica, y siempre profundamente romántica, indigna que no estuviera ni siquiera nominada como mejor película (como la sensacional "El aceite de la vida" del mismo año) por parte de los Oscars. En realidad, es una vergüerza para la Academia que los Oscars no tengan a esta auténtica obra maestra, (prefiriendo a la mediocre "Sin Perdón") y no al revés.

En fin, una de las mejores y más bellas películas de la historia, una obra de arte, que llevó el cine de inicios de los 90 a cotas de calidad a las que nunca volveremos.