"El ladrón de Bagdad" sí que es un cuento de verdad no como la parida que nos quisieron vender como tal con "La princesa prometida". Puede que sea porque aquí se basan en el famoso "Las mil y una noches", que como todos sabéis, es una colección medieval de cuentos de Oriente Medio. Por eso, porque la fuente es original y se respeta, la obra desprende magia, fantasía, aventura, ingenuidad, romanticismo y encanto. Por si fuera poco, la película sorprende por su ritmo trepidante, sus fastuosos decorados, su impactante color, la música o, en su momento, los espectaculares efectos especiales. Por todo ello obtuvo tres Oscars, fotografía, dirección artística y los mencionados efectos especiales, y otra nominación en la banda sonora.

Me extraña, y por eso invito a los directores del mundo, que no se haya realizado un remake de "El ladrón de Bagdad", que a su vez lo es de un clásico de 1924, salvo alguna obra menor. En este caso, manteniéndose fiel, puliendo algún defecto y mejorando los efectos especiales, que con el paso del tiempo han quedado bastante desfasados, es normal, podríamos obtener una fabulosa, nunca mejor dicho, película. Aunque bien pensado, existe esa versión pero en dibujos animados y es el ya clásico de Disney, "Aladdin" (1992). No en vano, la de 1940 no deja de ser un delicioso espectáculo para todos los públicos, un trabajo que nos traslada toda la magia de los cuentos y de un Oriente Medio tradicional e idealizado tan distinto del actual.