Podemos ver la película bajo dos prismas. El primero, más cool, es como metáfora de la España de mediados de los años 60, es decir la franquista. En esta línea es, además de rematadamente tópica, de lo más tonta. Resulta que los vencedores de la guerra civil, son todos burgueses con dinero que llevan bigote, están calvos y son viejos pero van detrás de mozas a las que doblan la edad. En cambio, los pobres son mansos y puros cual corderitos. El resto resulta menos creíble aún: la caza del conejo convertida en la del comunista, la explotación del proletariado simbolizada en la de la finca sin trabajar, el cadáver republicano, la dictadura animal, la propia contienda a la que se alude o que el motor del derechista sea el odio, la envidia y la rabia, definición que es perfecta para los progres exaltados.

Ahora bien, también puede entenderse "La caza" como un thriller psicológico, un trabajo de personajes sin que por ello se le quite protagonismo al paisaje, un seco y adusto páramo toledano bañado por el sol. Teniendo en cuanta que la caza es una práctica que me indigna y que asistimos a una especie de "Gallipoli" (1981) de los conejos, qué matanza tan cruel, pobrecitos, en esto algunas críticas, aunque justas, son excesivas, incluso hipócritas, al no ser que seamos vegetarianos estrictos, porque si no les asesina así se hará de otra forma. Lo malo es convertir la propia muerte en un espectáculo. Pero volviendo a esta obra de sabor muy a lo Delibes, posee tensión pero la evolución de los protagonistas me parece muy radical y el final se hace esperar demasiado. De todos modos tiene personalidad.