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nachete rating:
7
7.1
77
Drama
Starring Ryu Chishu from Ozu Yasujiro's Otoko wa Tsuraiyo, Mikaheri no Tou realistically explores the nature of children's education. Set in a mountain boarding school, the film tells various stories about the school's teachers and problem students.
Language of the review:
- es
September 24, 2009
12 of 13 users found this review helpful
Con Mikaheri no Tou (Torre de introspección) Shimizu vuelve a temas conocidos (la importancia de la enseñanza), pero con un punto todavía más ambicioso: ya no es sólo que el metraje sea superior al de otras películas suyas que planteaban lo mismo (Nobuko), sino que la forma en que articula su discurso es más compleja y se sustenta sobre más líneas narrativas y más personajes, entrelazados unos y otros con habilidad en pos de una cohesión narrativa que fortalezca las ideas del director y el propio espíritu de la película.
Ésta narra los avatares de un grupo de "educadores-padres" y de sus "alumnos-hijos" en un centro especial para jóvenes descarriados. Su función es educar y orientar a estos muchachos para que puedan encarar el futuro con posibilidades. La función de Shimizu es demostrarnos la importancia que tiene esta enseñanza y la forma en que se imparte. O dicho en otras palabras: descubrir al espectador que es clave cuidar, en el respeto, el cariño y la inteligencia, al niño de hoy, porque será el adulto de mañana. O que su fracaso en la vida es también nuestro fracaso.
La historia se permite algunas obviedades y un exceso de buenas palabras, pero en general camina briosa y con credibilidad por las vidas de esos chavales llenos de dudas, miedos e ilusiones, con los que uno acaba irremediablemente encariñándose. Y aunque la idea del acueducto puede parecer un poco heavy (¡son trabajos forzados!), lo que verdaderamente importa es la enseñanza que lleva implícita: la nobleza del individuo también se nutre del esfuerzo y del dolor.
Es, en definitiva, una notable película sobre el saber y sobre cómo depositamos este saber en los ciudadanos del mañana, esponjas que todo lo absorben y de las que somos inevitables responsables.
Ésta narra los avatares de un grupo de "educadores-padres" y de sus "alumnos-hijos" en un centro especial para jóvenes descarriados. Su función es educar y orientar a estos muchachos para que puedan encarar el futuro con posibilidades. La función de Shimizu es demostrarnos la importancia que tiene esta enseñanza y la forma en que se imparte. O dicho en otras palabras: descubrir al espectador que es clave cuidar, en el respeto, el cariño y la inteligencia, al niño de hoy, porque será el adulto de mañana. O que su fracaso en la vida es también nuestro fracaso.
La historia se permite algunas obviedades y un exceso de buenas palabras, pero en general camina briosa y con credibilidad por las vidas de esos chavales llenos de dudas, miedos e ilusiones, con los que uno acaba irremediablemente encariñándose. Y aunque la idea del acueducto puede parecer un poco heavy (¡son trabajos forzados!), lo que verdaderamente importa es la enseñanza que lleva implícita: la nobleza del individuo también se nutre del esfuerzo y del dolor.
Es, en definitiva, una notable película sobre el saber y sobre cómo depositamos este saber en los ciudadanos del mañana, esponjas que todo lo absorben y de las que somos inevitables responsables.