Chabrol realiza una crítica sin piedad a la burgesía , a su hipocresía, a su falsedad y a su falta de moral y principios, todo enmascarado por las apariencias y la buena educación, que tan bien representa la matriarca del clan, que lleva la notoria infidelidad de su marido, con gran hipocresía y cinismo. El marido por otra parte es un tipo egoísta, decadente y parece que solo le interesa su propio bienestar , con su bella amante, no parece dispuesto a perder sus privilegios y prebendas por separarse. Sin olvidarnos de los hijos, uno un inútil con complejo de Edipo y la otra una chica más bien tontita, sin olvidarnos del contrapunto del personaje de Belmondo, el novio de la hija, un vividor, grosero y manipulador, pero también brutalmente sincero, dice lo que piensa y hace lo que le da la gana, sin pensar en las consecuencias. A pesar de sus salidas de tono, es el más honrado de los personajes, junto con la bella amante del marido, una mirada poco complaciente a una parte de la sociedad francesa.