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Argentina Argentina · S.A. de Padua
Vespasiano rating:
8
Drama Sidney Lumet directs Paul Newman as an alcoholic lawyer whose once-promising legal career is on the skids and who gets and one last chance to prove himself in this tense courtroom drama. Frank Galvin (Newman) can't even scare up clients anymore until a colleague Mickey Morrissey (Jack Warden) helps him out by passing a routine malpractice case his way. Frank is just going through the motions until he meets the victim, a woman who has ... [+]
Language of the review:
  • es
September 8, 2008
10 of 11 users found this review helpful
Lo notable del cine de Lumet es que nunca defrauda: siempre que vemos una película suya, nos sentimos un poco en deuda con él. Lo que se propone lo consigue. Esta película es notable por muchas cosas:
1º) Nos muestra, de múltiples maneras, ya sea con la historia personal del protagonista, con sus defectos personales del presente, y con el increíble poder del Stablishment, que la Justicia es una ilusión: sólo apta para las propias redes del poder; sin embargo, a veces se hace presente.
2º) La justicia le cuesta al pobre, al débil, mucho más que a los poderosos. No somos tan iguales ante la ley (como podría sugerir muy bien un Franz Kafka, por ejemplo).
3º) Si uno no "madura" a tiempo, la puede pasar muy mal en su vejez.

El trabajo de Paul Newman es brillante, creíble, sentido y sincero. La cinta nos muestra cómo el poder se crea su propio radio de acción, su hábitat para "mantener sus hilos" y no perecer por "errores humanos" que comente el propio poder; sin embargo, el perdedor puede llegar a tener una mínima oportunidad de ganar si hace las cosas de manera "impecable": y sólo así podrá tener una chance. El propio Galvin (P. Newman) es muy consciente de ello en su madurez, y lo expresa en una charla de café con Laura (Charlote Rampling)
No se trata solamente de remar contra la corriente como lo haría un adolescente desafiando al poder que lo frene, se trata de "buscar una satisfacción personal" (una suerte de revancha) contra el propio destino. Si la parte demandante no está dispuesta a tomar el caso de "forma personal", las probabilidades de ganar serán nulas. Lumet nos muestra que el destino juega a los dados con nosotros, y uno puede ser un perdedor más si no es capaz de advertir la perversidad del sistema y del ambiente que nos rodea, por más méritos que acompañen a nuestro Curriculum Vitae, siempre habrá alguien que nos tienda una trampa.
James Mason, en la película, encarna mejor que nadie el papel "abogado del Diablo". Su pesonaje nos asusta, precisamente, porque lo juzgamos verosímil.
Como ya sea ha dicho en otros comentarios: sólo Véanla.
Gracias Lumet, una vez más.
Vespasiano
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