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antipseudo rating:
8
8.0
76,169
Drama. Thriller
East Germany. In the early 1980s, the successful dramatist Georg Dreyman and his longtime companion Christa-Maria Sieland, a popular actress, are big intellectual stars in the socialist state, although they secretly doesn't always think loyal to the party line. One day, the Minister of Culture becomes interested in Christa, so the secret service agent Wiesler is instructed to observe and sound out the couple, but their life fascinates him more and more... [+]
Language of the review:
- es
April 10, 2007
24 of 41 users found this review helpful
Por favor no hagáis mucho caso a esta crítica, es una simple alucinación que me vino a la cabeza después de ver esta película.
Imagínense la película en versión española ambientada a finales de los años 60.
La película se inicia con Gracita Morales, cuyo nombre es Remigia, dándoles una charla a un grupo de jóvenes porteras que quieren entrar al servicio de Don Quintín, un intrépido casero. Les pide que hay que cotillear, chivarse de la inmoralidad, denunciar al comunista, vigilar eternamente al sospechoso y chivarse al casero y al comisario del barrio.
El casero que es José Luís López Vázquez guarda muy buenas relaciones con el comisario del barrio, Don Antonio, que es Agustín González. Este le comenta que esta muy interesado en una vecinita que se llama Susana, personaje encarnado por Concha Velasco, que sale con un joven estudiante de la Complutense que puede ser un poco izquierdoso, el chico se llama Felipe y el personaje lo interpreta Fernando Fernán Gómez. La quiere conseguir y el le tiene que ayudar.
Don Quintín habla con Remigia y la pide que consiga pruebas para llevar a Felipe al talego. Remigia no duda, junta a las vecinas más cotillas, y agujerean paredes, ponen vasos sobre la pared y empieza un feroz espionaje.
Remigia empieza a espiar a la pareja, y los oye hacer el amor, como se quieren, como se aman, y ella que no ha conocido nunca varón empieza a enternecerse ¡Que chicos más majos!
Por otra parte el comisario acosa a Susana, la avisa que como no acceda a sus deseos carnales hablara con el sastre con el que trabaja y no volverá a ser modistilla nunca más.
Susana que es modistilla vocacional, duda y al final concierta una cita con el comisario.
Felipe se entera y la pide que no vaya, ante la atenta oreja de Remigia, ella se derrumba pero sale a la calle decidida a ir.
Cuando sale, en la puerta, pues había bajado como una centella, esta Remigia barriendo, la pregunta que a donde va, y esta le contesta que a cualquier sitio. La conversa portera le habla de lo mal que se esta sin hombre, lo bonito que es el amor etc. etc. y Susana sube rápidamente a abrazarse a su Felipe. Remigia sonríe aliviada,
Sigue en spoiler
Imagínense la película en versión española ambientada a finales de los años 60.
La película se inicia con Gracita Morales, cuyo nombre es Remigia, dándoles una charla a un grupo de jóvenes porteras que quieren entrar al servicio de Don Quintín, un intrépido casero. Les pide que hay que cotillear, chivarse de la inmoralidad, denunciar al comunista, vigilar eternamente al sospechoso y chivarse al casero y al comisario del barrio.
El casero que es José Luís López Vázquez guarda muy buenas relaciones con el comisario del barrio, Don Antonio, que es Agustín González. Este le comenta que esta muy interesado en una vecinita que se llama Susana, personaje encarnado por Concha Velasco, que sale con un joven estudiante de la Complutense que puede ser un poco izquierdoso, el chico se llama Felipe y el personaje lo interpreta Fernando Fernán Gómez. La quiere conseguir y el le tiene que ayudar.
Don Quintín habla con Remigia y la pide que consiga pruebas para llevar a Felipe al talego. Remigia no duda, junta a las vecinas más cotillas, y agujerean paredes, ponen vasos sobre la pared y empieza un feroz espionaje.
Remigia empieza a espiar a la pareja, y los oye hacer el amor, como se quieren, como se aman, y ella que no ha conocido nunca varón empieza a enternecerse ¡Que chicos más majos!
Por otra parte el comisario acosa a Susana, la avisa que como no acceda a sus deseos carnales hablara con el sastre con el que trabaja y no volverá a ser modistilla nunca más.
Susana que es modistilla vocacional, duda y al final concierta una cita con el comisario.
Felipe se entera y la pide que no vaya, ante la atenta oreja de Remigia, ella se derrumba pero sale a la calle decidida a ir.
Cuando sale, en la puerta, pues había bajado como una centella, esta Remigia barriendo, la pregunta que a donde va, y esta le contesta que a cualquier sitio. La conversa portera le habla de lo mal que se esta sin hombre, lo bonito que es el amor etc. etc. y Susana sube rápidamente a abrazarse a su Felipe. Remigia sonríe aliviada,
Sigue en spoiler
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
La portera sigue espiando y de pronto varios intelectuales anti franquistas se presentan en la casa de la joven pareja. Convencen a Felipe para que reparta panfletos del partido comunista, este accede y los esconde debajo de un ladrillo ante la mirada desconforme de Susana.
Remigia esta con doña Olga, la amargada vecino del quinto. Haciéndose la señal de la cruz le comenta a Remigia lo de los panfletos. La portera se hace la tonta diciéndole a la otra que esta un poco sorda que no son panfletos del partido comunista sino de la horda fascista. Olga se va y se lava preocupada las orejas.
Mosqueado el comisario detiene a Susana, dos grises la abordan en la calle y la llevan a comisaría. Allí el comisario la anuncia que sus días de modistilla están contados y que o le cuenta donde tiene los panfletos su novio o su carrera terminará.
Susana con lágrimas en los ojos confiesa todo. Una manada de grises con mala leche van para su casa. La portera de al lado de la comisaría, ex alumna de Remigia la avisa, Esta coge la llave maestra y saca de su sitio los panfletos y se los lleva a su casa donde los quema en el fogón de la cocina.
Llega Felipe, que ha estado buscando a Susana por todo el barrio. Los grises, el comisario y el casero totalmente coléricos suben a casa de los muchachos. Don Antonio se dirige al ladrillo, ante el pánico del Felipe, lo levanta y los panfletos no están, todos salen a la calle muy cabreados.
Mientras Susana arrepentida se tira al viaducto.
Don Quintín sospecha que Remigia ha podido ser la que ha retirado los panfletos y la despide, nunca más podrá ser portera, tendrá que dedicarse toda su vida a limpiar los servicios de un albergue de indigentes. Un día mirando la televisión en el albergue sale la noticia: Franco ha muerto, Remigia se quita el delantal tira la escoba y termina su condena.
Ya en los años 80 Felipe es un adinerado hombre de negocios, y Don Quintín ha tomado la decisión de vender los pisos, cuando se lo vende a Felipe, este pregunta el por qué nunca había sido espiado por la portera en todos esos años. Don Quintín se ríe y le comenta que Remigia le había estado espiando una buena temporada. Felipe se da cuenta de que esta no había informado sobre sus actividades comunistas y sale a buscarla.
La encuentra recogiendo cartones en la calle y decide hablar con ella, pero no lo hace.
Un día Remigia paseando por la calle Atocha ve un Sex Shop con la foto de Felipe, dueño del establecimiento, se queda mirando el escaparate y mira sonriente, se esta publicitando el consolador llamado Remigia.
Entra y lo compra, el dependiente la pregunta si se lo envuelve para regalo, y esta conmovida dice: “No, este es para mi”.
Fin.
Remigia esta con doña Olga, la amargada vecino del quinto. Haciéndose la señal de la cruz le comenta a Remigia lo de los panfletos. La portera se hace la tonta diciéndole a la otra que esta un poco sorda que no son panfletos del partido comunista sino de la horda fascista. Olga se va y se lava preocupada las orejas.
Mosqueado el comisario detiene a Susana, dos grises la abordan en la calle y la llevan a comisaría. Allí el comisario la anuncia que sus días de modistilla están contados y que o le cuenta donde tiene los panfletos su novio o su carrera terminará.
Susana con lágrimas en los ojos confiesa todo. Una manada de grises con mala leche van para su casa. La portera de al lado de la comisaría, ex alumna de Remigia la avisa, Esta coge la llave maestra y saca de su sitio los panfletos y se los lleva a su casa donde los quema en el fogón de la cocina.
Llega Felipe, que ha estado buscando a Susana por todo el barrio. Los grises, el comisario y el casero totalmente coléricos suben a casa de los muchachos. Don Antonio se dirige al ladrillo, ante el pánico del Felipe, lo levanta y los panfletos no están, todos salen a la calle muy cabreados.
Mientras Susana arrepentida se tira al viaducto.
Don Quintín sospecha que Remigia ha podido ser la que ha retirado los panfletos y la despide, nunca más podrá ser portera, tendrá que dedicarse toda su vida a limpiar los servicios de un albergue de indigentes. Un día mirando la televisión en el albergue sale la noticia: Franco ha muerto, Remigia se quita el delantal tira la escoba y termina su condena.
Ya en los años 80 Felipe es un adinerado hombre de negocios, y Don Quintín ha tomado la decisión de vender los pisos, cuando se lo vende a Felipe, este pregunta el por qué nunca había sido espiado por la portera en todos esos años. Don Quintín se ríe y le comenta que Remigia le había estado espiando una buena temporada. Felipe se da cuenta de que esta no había informado sobre sus actividades comunistas y sale a buscarla.
La encuentra recogiendo cartones en la calle y decide hablar con ella, pero no lo hace.
Un día Remigia paseando por la calle Atocha ve un Sex Shop con la foto de Felipe, dueño del establecimiento, se queda mirando el escaparate y mira sonriente, se esta publicitando el consolador llamado Remigia.
Entra y lo compra, el dependiente la pregunta si se lo envuelve para regalo, y esta conmovida dice: “No, este es para mi”.
Fin.