No es la típica película de Fred Astaire, para empezar su acompañante no es Ginger Rogers, sino una Vera-Ellen que baila casi tan bien como aquella y que no era cualquier cosa pues tuvo numerosas apariciones con Gene Kelly, Donald O’Connor y el mismo Astaire.

Aquí imperan los temas melódicos, el cantar más que el bailar aunque, sobre todo al principio, podemos gozar de algún episodio de baile que a mí me parece sublime.

La historia no deja de ser una habitual historia de amor pegada a la ilusión de una faceta nueva en el protagonista, la interpretación y la creación de temas para lo que cuenta con la ayuda de un Red Skelton que es la figura afable, amable, incluso pachón, y que alcanza el éxito siempre pegado a Astaire.

La película también nos enseña que las aficiones personales de cada uno no suele ser lo que te da de comer, de hecho Fred Astaire como mago, y Red Skelton, como jugador de beisbol, no tienen ningún futuro. Película muy entretenida, que se pasa volando y que te deja con una sonrisa cuando termina. Le doy un 6.