Leonardo Di Caprio demuestra una vez más que es mucho más que un guaperas en Hollywood.

Casi diría que es un filme de obligada visualización para que todos nos enteremos de qué va esto del gran negocio de la joyería mundial y sus implicaciones gravísimas que no alcanzamos a ver hasta que alguien nos lo pone delante de las narices.

Pero como simple crítica cinematográfica, debo decir que no dejará a nadie indiferente por la magnífica realización que sirve para poner en la pantalla grande una guión fantásticamente elaborado, unas actuaciones magistrales y capaces de transmitir al espectador algo que le cambiará antes de levantarse de la butaca para irse a su casa. Totalmente justificadas las escenas de cierta violencia, y vamos a permitirnos perdonarles algún exceso de acción hollywoodiense en ciertas escenas que, sobre la balanza, no pesan para nada en la grandeza del resto del film.

Buen, buenísimo cine, sin duda.