Esta nueva entrega de la saga Predator, en contra de todo lo que se ha dicho, es una película muy sencilla. Por presupuesto, con un elenco de actores desconocido y unos efectos digitales sonrojantes (ojo al oso, que es un espanto); por ambición, pues ni siquiera se estrenó en cines; y por duración, apenas 90 minutos, inédito hoy en día en cualquier Blockbuster, y que en algún momento se hacen hasta pesados.

La trama no es gran cosa, el desenlace está casi calcado de la película original con Schwarzenegger, y es bastante inferior en casi todo a 'Predators', de 2010, que no sé por qué la odia casi todo el mundo. Además, la protagonista es una niña orgullosa y malcriada (su madre hasta se lo dice en un momento), y bastante insoportable.

¿Por qué la crítica la está poniendo por las nubes, entonces? ¿De verdad no lo ha adivinado aún? Pues porque glorifica la cultura Comanche, en la que se detiene a mi gusto en demasía, mientras critica con dureza a los hombres blancos (en este caso franceses, a los que los gringos odian cada vez más), representándolos como seres violentos y crueles con los indios, los animales y la naturaleza. Y por el empoderamiento femenino de la protagonista, naturalmente, que se nos recalca machaconamente una y otra vez, hasta la escena final.

Los que criticamos de algún modo esta película no decimos que sea regular por tener una protagonista femenina, como he leído por ahí. Menuda tontería. Sin salir de la saga, en el primer filme de 'Alien vs. Predator', que por cierto es mucho mejor que éste, la heroína es también una mujer... y negra, y nadie tuvo ningún problema con ello. NADIE. Es simplemente porque el guión y la puesta en escena son muy mejorables.

Eso sí, la película no es muy aburrida y se deja ver, aunque sin mucho entusiasmo. Pero no se dejen engañar, nadie se acordará de ella en unos meses.