Definitivamente, si te gustó "Borat", no deberías perderte "Brüno" bajo ninguna circunstancia.

Puede que parezca alucinante que un amante del Cine como yo le otorgue un rotundo 8 a algo que seguramente los críticos más sesudos considerarán una aberración denominar como película. Pero, como ni me considero un crítico sesudo, ni soy de los que se pueden ofender fácilmente por el indudable mal gusto de las "bromitas" de Brüno, no paré de reirme desde el principio hasta el final de esta comedia tan hilarante como políticamente incorrecta. Así que no puedo hacer menos que recomendarla a quien quiera partirse la caja de risa mientras disfruta de una crítica social sádica y devastadora que no deja títere con cabeza.

Resulta difícil distinguir la realidad de la ficción (que la hay, y mucha, aunque quizás las escenas más increíbles y divertidas sean las que no están preparadas de antemano con las presas del actor), lo que demuestra la capacidad del equipo para presentar un producto delirante pero realista, además de la valentía de "Brüno", porque de muchas de las situaciones en las que se mete parece prácticamente imposible salir sin una buena paliza.

De hecho, se me hace muy difícil encontrarle demasiados puntos en contra al contundente resultado. El guión es mínimo, muy similar al de Borat (quizá excesivamente parecido, aunque no quiero desvelar ninguna sorpresa), pero Sacha Baron Cohen demuestra ser un actor como la copa de un pino, porque sin pestañear (literalmente) se mete en el papel hasta límites indescriptibles, empezando por llegar a aparentar los 19 años de su personaje, exactamente la mitad de la edad que tiene en realidad.

En resumen, si eres mayor de edad (y esto va en serio, porque alguna de las escenas es un pelín fuerte para según qué niños, aunque a priori pueda parecer que los infantes de hoy no se dejan impresionar por algo tan "inocente" como el primer plano de un pene dando vueltas y bailando música "makinera"), deja a un lado tus prejuicios y tu vergüenza ajena, corre a ver a Brüno y desterníllate a gusto. Pero, eso sí, sabiendo a lo que vas, porque la cosa puede llegar a ofender al más pintado. Yo a estas alturas ya me considero un fan del animal, pero lo que hay es lo que hay, y el que avisa no es traidor.