Está bien, voy a confesarlo: yo soy uno de los que dicen que la trilogía de “El Señor de los Anillos” es una castaña de padre y muy señor mío. Es más, creo que toda la parafernalia publicitaria montada para vender tan magno proyecto (ediciones en DVD con metrajes adicionales, nuevas ediciones con más secuencias, montajes del director, etc.) son un auténtico timo para el espectador, que tiene que esperar como un perrito pekinés a que le den su galletita. O sea, que ruedan las películas a la vez, pero nosotros, simples y pobres mortales que sólo estamos para consumir como borregos, tenemos que esperarnos a lo que les dé la gana a los productores para que se forren con el marketing, el merchandising y la madre que los parió….eso ya me tocó las narices de Peter Jackson: que de ser un “enfant terrible”, capaz de exquisiteces tan interesantes como “Bad Taste”, “Braindead” o “Agárrame esos fantasmas” (permitiéndose en esta última contar nada más y nada menos que con el protagonista de “Reanimator”, Jeffrey Combs, un auténtico icono del cine fantástico), sin olvidar esa deliciosa cinta trufada del mayor sadismo que fue “Criaturas celestiales”, se tirara al barro más comercial para articular una de las sagas más vacías de la historia del cine, por la simple y llana razón de intentar contentar a todos los fanáticos de Tolkien, haciendo una trilogía que “respetara” a la magna obra literaria. No voy a entrar en la diferencia de lenguaje entre cine y literatura, pero desde luego, desmerece con mucho su forma de hacer cine. Vamos, sin ir más lejos, su anterior film “King Kong”, con todas sus particularidades, creo que le da 20 vueltas como cine comercial (y de acción) a toda la trilogía de los anillos.
También tengo que reconocer que la última de la trilogía de Tolkien (“El Retorno del Rey”) era lo que debería de haber sido toda la (plomiza) saga –en palabras de Kevin Smith “Unas películas de gente andando… ¡¡hasta los árboles andan!!-. Bueno, entrando ya en materia del film que nos ocupa, decir que es una total y absoluta anacronía, completamente innecesaria tanto en el panorama actual, como en la actual historia del cine –tanto clásica como contemporánea-: ya hemos visto mil y una películas de psicópatas y crímenes, y estamos un poquito hasta las narices. Bueno, y si hablamos de películas donde alguien muere y va al cielo para “ayudar” desde el más allá a los que están todavía aquí (“Ghost”, “El cielo puede esperar”, “Más allá de los sueños”…) apaga y vámonos. Bueno, pues hale, ahora otra ración de lo mismo, llegada de un best seller norteamericano de Alice Sebold, que no añade absolutamente nada, insisto. (SIGUE EN SPOILER)