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JACHi rating:
8
5.9
22,930
Action
Mr. Church (Bruce Willis) reunites the Expendables -Barney Ross (Sylvester Stallone), Lee Christmas (Jason Statham), Yin Yang (Jet Li), Gunner Jensen (Dolph Lundgren), Toll Road (Randy Couture), Hale Caesar (Terry Crews) and the newcomer Billy (Liam Hemsworth)- for what should be an easy paycheck, but when one of their men is murdered on the job, their quest for revenge puts them deep in enemy territory and up against an unexpected threat. [+]
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- es
April 11, 2013
5 of 10 users found this review helpful
Sí amigos, estos benditos carcas lo han vuelto a conseguir. De lo presuntamente descerebrado han sacado una propuesta inteligente; de lo extremedamente violento, han hecho algo divertido e incluso bello; de lo simple han logrado construir una obra de arte. Pues ya va siendo hora (lo lleva siendo en verdad mucho tiempo) de que este género se sitúe donde merece estar, fuera por fin de las reseñas negativas y despreciativas de los críticos profesionales. Y es que los susodichos críticos francamente están demasiado lejos de lo que es la realidad vanguardista, aunque ellos presuman precisamente de lo contrario. Si películas tan influyentes tanto en su género específico como en la cultura cinematográfica en general, del estilo de RAMBO, DEPREDADOR o JUNGLA DE CRISTAL han sufrido los injustos desaires de los intelectualetes de turno, para prestarle atención a la, a estas alturas, anónima cinta senegalesa, iraní o cubana (también) de turno, pues tan sencillo como que este colectivo no sabe ni en qué día vive. Lo siento por vosotros, muchachos, pero me temo que por mucho que os pese (me consta que os pesa, pero os jodéis, jaja) la peli que se ha sacaso Sylvester con dos pelotas resulta que es la auténtica vanguardia. Y lo es por montaje, por fotografía, por guión y por una serie de maravillas técnicas que convierten a esta a priori simplona cinta de tiros, explosiones, testosterona y cuerpos saltando en cachitos, en un nuevo y fresquísimo referente. Que por cierto, ha logrado que perdone a Simon West cagadas dolorosísimas (al menos, para mí) que cometiera antaño.
Señalado esto, que su talante jactancioso y a la vez simpático, el cual ha sido calificado por los críticos menos casposos y más abiertos como "auto-paródico" (expresión que no me gusta; en todo caso, sería más bien "auto-homenajeado"), ha demostrado que siempre hay algo nuevo que aportar, y que el sentido del humor, la acción desenfrenada y la exageración de todo aquello que en algún momento del pasado obtuvo algún éxito (peleas, patadas voladoras, chinos muriendo, duelos finales, malos malísimos, búsqueda de venganza, lluvia de disparos sin que el bueno sufra un solo rasguño...) no están reñidos en absoluto con la excelencia, la dignidad y, en definitiva, el trabajo bien hecho, podemos ponernos a analizar filosófica y artísticamente esta preciosidad.
Para empezar, y ahondando en lo que comentaba antes sobre el trabajo bien hecho, en efecto Sylvester & company se han puesto a hacer los deberes pendientes que tenían de la primera entrega de esta saga. Lo primero que había que hacer era limar los flecos y torpezas que se dieron en LOS MERCENARIOS 1, que a pesar de ellos seguía conservando su toque entrañable y entretenido. No obstante, había que buscarle un buena historia. De corte muy clásico (nada nuevo nos cuentan, eso es obvio) pero de firmeza narrativa, para que el espectador no se maree con los vayvenes de la caótica trama de la que adoleció la primera parte; luego, desechar lo que no haga falta o incluso estorbe. Porque francamente, la aportación del cadáver viviente que es desde hace tiempo Mickey Rourke fue del todo prescindible, así que fuera del plantel; a Jet Li sin embargo, al que tampoco vi yo en su ambiente junto a estos tipejos, le han honrado como se merece, y al menos le han dejado mantener dignamente el listón alto. En compensación, el fichaje de dos pesos pesados (y dos ligeros, pero igualmente compatibles) que ha provocado a los fans más idólatras el brote de lágrimas de emoción, sumado al 'expansion pack' de los insuficientes cameos de Schwarzenegger y Willis de la 1, convertidos en esta segunda parte en un "esturreo" cojonudo que, verdaderamente, logra que el reirse de uno mismo jamás haya resultado tan solemne; por último, encontrar un malvado digno de tan excelso elenco, asunto nada fácil, pues la cosa tendría que ser de un nivel, como mínimo, de un Michael Caine, de un Anthony Hopkins o de un Jack Nicholson (sin desmerecer a Eric Roberts, que también salvó la papeleta con cierta solvencia). Pues bien, y ahí es donde la peli saca sobresaliente ya sí que sí, colocando al (por siempre jamás) infravalorado Jean-Claude Van Damme en uno de los papeles por los que será recordado, redefiniendo el concepto de 'malote', y dando vida a un tipo que haría quedar a Josef Goebbles como una monja arrepentida. Lo único malo es que ahora, con el ansia como quien dice, pues estamos deseosos de que en la próxima entrega aparezcan los que se han quedado fuera de este rocambolesco Dream Team, y lo cierto es que son bastantes si nos ponemos a contar: Kurt Russell, Wesley Snipes, Steven Seagal, Dwayne Johnson, Val Kilmer, Ray Liotta, Vin Diesel, Denzel Washington, Casper Van Dien, Russell Crowe, Jackie Chan, Michael Dudikoff, Carl Weathers... Para mí resulta de lo más excitante ir descubriendo conforme se sucedan las secuelas quién más entra "a jugar!"
Casi lo terminó de perfilar en su JOHN RAMBO. Pero fue con LOS MERCENARIOS 2 que Sylvester Stallone ha perfeccionado esta nueva concepción de la acción. El exceso hecho poesía, vamos.
Señalado esto, que su talante jactancioso y a la vez simpático, el cual ha sido calificado por los críticos menos casposos y más abiertos como "auto-paródico" (expresión que no me gusta; en todo caso, sería más bien "auto-homenajeado"), ha demostrado que siempre hay algo nuevo que aportar, y que el sentido del humor, la acción desenfrenada y la exageración de todo aquello que en algún momento del pasado obtuvo algún éxito (peleas, patadas voladoras, chinos muriendo, duelos finales, malos malísimos, búsqueda de venganza, lluvia de disparos sin que el bueno sufra un solo rasguño...) no están reñidos en absoluto con la excelencia, la dignidad y, en definitiva, el trabajo bien hecho, podemos ponernos a analizar filosófica y artísticamente esta preciosidad.
Para empezar, y ahondando en lo que comentaba antes sobre el trabajo bien hecho, en efecto Sylvester & company se han puesto a hacer los deberes pendientes que tenían de la primera entrega de esta saga. Lo primero que había que hacer era limar los flecos y torpezas que se dieron en LOS MERCENARIOS 1, que a pesar de ellos seguía conservando su toque entrañable y entretenido. No obstante, había que buscarle un buena historia. De corte muy clásico (nada nuevo nos cuentan, eso es obvio) pero de firmeza narrativa, para que el espectador no se maree con los vayvenes de la caótica trama de la que adoleció la primera parte; luego, desechar lo que no haga falta o incluso estorbe. Porque francamente, la aportación del cadáver viviente que es desde hace tiempo Mickey Rourke fue del todo prescindible, así que fuera del plantel; a Jet Li sin embargo, al que tampoco vi yo en su ambiente junto a estos tipejos, le han honrado como se merece, y al menos le han dejado mantener dignamente el listón alto. En compensación, el fichaje de dos pesos pesados (y dos ligeros, pero igualmente compatibles) que ha provocado a los fans más idólatras el brote de lágrimas de emoción, sumado al 'expansion pack' de los insuficientes cameos de Schwarzenegger y Willis de la 1, convertidos en esta segunda parte en un "esturreo" cojonudo que, verdaderamente, logra que el reirse de uno mismo jamás haya resultado tan solemne; por último, encontrar un malvado digno de tan excelso elenco, asunto nada fácil, pues la cosa tendría que ser de un nivel, como mínimo, de un Michael Caine, de un Anthony Hopkins o de un Jack Nicholson (sin desmerecer a Eric Roberts, que también salvó la papeleta con cierta solvencia). Pues bien, y ahí es donde la peli saca sobresaliente ya sí que sí, colocando al (por siempre jamás) infravalorado Jean-Claude Van Damme en uno de los papeles por los que será recordado, redefiniendo el concepto de 'malote', y dando vida a un tipo que haría quedar a Josef Goebbles como una monja arrepentida. Lo único malo es que ahora, con el ansia como quien dice, pues estamos deseosos de que en la próxima entrega aparezcan los que se han quedado fuera de este rocambolesco Dream Team, y lo cierto es que son bastantes si nos ponemos a contar: Kurt Russell, Wesley Snipes, Steven Seagal, Dwayne Johnson, Val Kilmer, Ray Liotta, Vin Diesel, Denzel Washington, Casper Van Dien, Russell Crowe, Jackie Chan, Michael Dudikoff, Carl Weathers... Para mí resulta de lo más excitante ir descubriendo conforme se sucedan las secuelas quién más entra "a jugar!"
Casi lo terminó de perfilar en su JOHN RAMBO. Pero fue con LOS MERCENARIOS 2 que Sylvester Stallone ha perfeccionado esta nueva concepción de la acción. El exceso hecho poesía, vamos.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Y cómo no, tenemos los homenajes. Sí, las referencias o "auto-paráfrasis". A saber: TERMINATOR 2 ('Dile sayonara baby a tu culo'); ACORRALADO (el cabrón aquel rajándole el pecho al chaval con un machete); THE PUNISHER (el discurso de Stallone ante la tumba del joven); EL BUENO, EL FEO Y EL MALO (momentazo Chuck Norris); DESAFíO TOTAL (el tractor ese abriendo paso entre las rocas, con Chuache dentro; también aquí se puede decir que hay homenaje a los diversos films en los que Arnie suelta su famoso "volveré": COMMANDO, PERSEGUIDO...); DIE HARD (momentazo 'yippy ka yei'); EN TIERRA PELIGROSA (Statham enviando al infierno al cabrón de antes mediante el rotor de cola de un helicóptero); y muchas más que seguramente no he llegado a captar, amén por supuesto de las perlas propias y originales, que a propósito, las hallo excepcionalmente propicias (mi 'top-3' son, 1- "Yo os declaro cuchillo y mujer"; 2- "Dispararles ha sido una buena idea"; 3- "¿Quieres ser un hombre? Yo te haré un hombre").
Y a lo que me refería antes con lo de filosofar con un producto como este, compartiré con vosotros lo que se me pasaba por la cabeza mientras en la pantalla salpicaba la sangre.
Tenemos algo así como un poblado de lo que parece la China profunda (vete tú a saber), en el que unos individuos con muy mala pinta, muy malos modales y equipados con fusiles campan a sus anchas con engreimiento y avasallando a los desdichados inocentes que tienen la mala suerte de cruzarse con ellos. Bien. Luego en una sala oscura, un chino con aspecto de más cabrón aún somete a tormento a alguien indefenso. Vale. Entonces hace aparición una partida de tres vehículos blindados y fuertemente armados... que llegado el momento preciso, descarga sobre la muchedumbre de orientales malosos, una lluvia de fuego que los reduce a pedazos de carne sanguinolentos en menos de un santiamén. Y en el fondo, yo sé a ciencia cierta que nuestro querido Sylvester quería expresar su compasión hacia aquellas pobres gentes que, mirado en profundidad, no ha tenido las mismas oportunidades que nosotros, arrogantes blanquitos; esas personas (tan dignas como tú y como yo) apenas han recibido alguna educación, y eso en el mejor de los casos, pues muchos de ellos, fueron arrancados de sus familias y de sus tribus para aprender el triste oficio de la guerra; así mismo, muchos son todavía zagales imberbes, y por supuesto, muy pobres, manipulados por algún sanguinario cacique o narcotraficante para que, a cambio de una miserable ración de arroz, desempeñen trabajos degradantes sin rechistar; esos infelices, oh amigos míos, merecen toda la piedad del mundo, pues si cometen pillaje, violaciones, asesinatos, abusos, torturas y mil fechorías, es porque sus desventuradas circunstancias les obligan, ya que no han visto otra cosa, y desconocen (todo por culpa de Occidente, no olvidemos) cosas que nosotros damos por supuestas como la ternura, la empatía, la solidaridad, la misericordia, la responsabilidad, etc; por cada asiático con un rifle de asalto en ristre, hay una historia trágica merecedora de ser compadecida y sopesada con respeto y severidad. Stallone lo sabe, y lo tiene muy presente al escribir el guión... Pero como es un puto genio, ha sabido sintetizar todo ese discurso, toda esa compasión y todo ese amor a la humanidad en dos sencillísimas palabras:
¡¡¡ MORID, CABRONES !!!
O dicho de otra manera. Que al mundo lo arregle su puta madre. Esta película se fundamenta sobre tres verdades incontestables: una, Dios existe; dos, la vida es una mierda; tres, efectivamente, el mundo lo gobiernan una serie de monstruos demoníacos a los que el villano Vilain (el "casual" nombre del personaje que encarna Van Damme) apenas sí logra parecérseles. Pero contemplar cómo éste y otros de su calaña mueren de forma justa, merecida, y al mismo tiempo, muy absurda, nos llena de regocijo y de anhelo... de un mundo mejor, donde los malos no sólo mueran en la ficción.
Y a lo que me refería antes con lo de filosofar con un producto como este, compartiré con vosotros lo que se me pasaba por la cabeza mientras en la pantalla salpicaba la sangre.
Tenemos algo así como un poblado de lo que parece la China profunda (vete tú a saber), en el que unos individuos con muy mala pinta, muy malos modales y equipados con fusiles campan a sus anchas con engreimiento y avasallando a los desdichados inocentes que tienen la mala suerte de cruzarse con ellos. Bien. Luego en una sala oscura, un chino con aspecto de más cabrón aún somete a tormento a alguien indefenso. Vale. Entonces hace aparición una partida de tres vehículos blindados y fuertemente armados... que llegado el momento preciso, descarga sobre la muchedumbre de orientales malosos, una lluvia de fuego que los reduce a pedazos de carne sanguinolentos en menos de un santiamén. Y en el fondo, yo sé a ciencia cierta que nuestro querido Sylvester quería expresar su compasión hacia aquellas pobres gentes que, mirado en profundidad, no ha tenido las mismas oportunidades que nosotros, arrogantes blanquitos; esas personas (tan dignas como tú y como yo) apenas han recibido alguna educación, y eso en el mejor de los casos, pues muchos de ellos, fueron arrancados de sus familias y de sus tribus para aprender el triste oficio de la guerra; así mismo, muchos son todavía zagales imberbes, y por supuesto, muy pobres, manipulados por algún sanguinario cacique o narcotraficante para que, a cambio de una miserable ración de arroz, desempeñen trabajos degradantes sin rechistar; esos infelices, oh amigos míos, merecen toda la piedad del mundo, pues si cometen pillaje, violaciones, asesinatos, abusos, torturas y mil fechorías, es porque sus desventuradas circunstancias les obligan, ya que no han visto otra cosa, y desconocen (todo por culpa de Occidente, no olvidemos) cosas que nosotros damos por supuestas como la ternura, la empatía, la solidaridad, la misericordia, la responsabilidad, etc; por cada asiático con un rifle de asalto en ristre, hay una historia trágica merecedora de ser compadecida y sopesada con respeto y severidad. Stallone lo sabe, y lo tiene muy presente al escribir el guión... Pero como es un puto genio, ha sabido sintetizar todo ese discurso, toda esa compasión y todo ese amor a la humanidad en dos sencillísimas palabras:
¡¡¡ MORID, CABRONES !!!
O dicho de otra manera. Que al mundo lo arregle su puta madre. Esta película se fundamenta sobre tres verdades incontestables: una, Dios existe; dos, la vida es una mierda; tres, efectivamente, el mundo lo gobiernan una serie de monstruos demoníacos a los que el villano Vilain (el "casual" nombre del personaje que encarna Van Damme) apenas sí logra parecérseles. Pero contemplar cómo éste y otros de su calaña mueren de forma justa, merecida, y al mismo tiempo, muy absurda, nos llena de regocijo y de anhelo... de un mundo mejor, donde los malos no sólo mueran en la ficción.