“La vida era eso” no es una mala película. Todo lo contrario. Simplemente me ha dejado un tanto frío porque ofrece algo muy distinto a lo que yo esperaba de ella. El problema es mío. Me acerqué a la interesante ópera prima de David Martín De los Santos esperando encontrar una hermosa historia de maternidad improvisada y encontrada entre los personajes de dos actrices que llevo en mi corazón como son la diosa Anna Castillo y Petra Martínez. Y su primera media hora me da lo que espero de ella, me cautiva, me embelesa, me emociona. Creo estar delante de un film que va a perdurar en mi memoria, pero…

… el brusco giro que se produce a partir de esa primera media hora me interesa, incluso me atrapa a ratos por utilizar ese recurso que tanto adoro de la “road movie”, pero no me conmociona, no me afecta, no me da todo lo que su arranque me había prometido. La película cambia de intenciones a partir de ese punto y aparte y yo soy de su primera mitad, que me deja escenas que me seducen. No me ocurre después, lo cual no significa que la película no sea interesante, porque lo es siempre, aunque vaya descaradamente de más a menos.

Lo de Anna Castillo es incalificable. Es la Reina Midas. Todo lo que toca lo convierte en oro puro. La cámara está tan enamorada de ella como yo y todo plano en el que ella comparece brilla con luz propia. En esta película está magistral, simplemente porque ella es magistral. Es propietaria de una capacidad interpretativa pareja a su belleza, es maravillosa, la adoro.

Frente a ella, Petra Martínez exhibe un recital interpretativo de enorme magnitud. David Martín De los Santos le regala el personaje protagonista que ella se merecía. Al fin. Y sabe aprovecharlo hasta el tuétano. Se hace con la película y con el corazón del espectador. Pero algo pasa con el guión del propio cineasta que hace que me pase buena parte de su metraje añorando el camino trazado en su inicio. No puedo remediarlo.

El tercer protagonista en discordia es el Cabo de Gata, que se convierte en piedra angular del desarrollo del film. El rincón más especial de Andalucía brilla con luz propia y se convierte en motor de la trama, bellamente fotografiado por Santiago Racaj, con algunos ecos estilísticos alrededor de dicha zona geográfica directamente conectados a la magistral “La mitad de Óscar” del maestro Manuel Martín Cuenca.

Preciosa la canción de los créditos finales de Estrella Morente, igualmente titulada “La vida era eso”. Una pena que sólo me emocionara su arranque. La cinta merecía mucho más de mí.