Hace tiempo que las películas de peleas y de acción pasaron de moda. Como todos sabemos, la épica, la testosterona y la lírica horterilla de los ochenta /noventa dejaron paso al cine de minimalismo, de sentimientos que muestra hombre vulnerable, imperfecto, adorable... Adios Stallone, adios Steven Seagal… hola Clooney, hola Di Caprio. No digo nada. Cada época es diferente, los tiempos avanzan y hay que adaptarse.

Sin embargo, de vez en cuando alguien tiene la idea de retomar el género y saca películas de éxito diverso. Muchas fracasan por cutres, por pensar que el éxito ed Rocky o Van Damme consistía en poner a dos tíos a pegarse sin más; otras no triunfan por pretender “actualizar” el género, hablando del lado humano, sentimental del guerrero (mariconadas); otras se estrellan por oportunistas (intentar ser el trampolín para el guaperas del momento)… pero ocasionalmente alguna consigue dar con la tecla y combinar apropiadamente el momento del estreno, con que la cartelera lleve un tiempo huérfana de héroes, con una historia contada honestamente y/o un elenco atractivo. ”Los mercernarios” es un ejemplo y esta “Warrior”, otro.

Durante una hora y media he vuelto a sentir la emoción y un disfrute como no veía desde hace veinte años con “Contacto Sangriento” o “Kickboxer”. Personajes creíbles con los que es fácil identificarse y conmoverse, peleas muy variadas y bien coreografiadas, un argumento solvente y bien narrado, una dirección que sabe generar expectación en cada escena y, lo que es más llamativo, una historia que mantiene la emoción hasta el final. No exagero si digo que el final consigue sorprender a todos y no decepcionar a nadie.

Quitando la sorprendente (para esta clase de películas) nominación de Nick Nolte al Óscar secundario, es muy posible que no pase a la historia ni tenga grandes reseñas, pero es para disfrutarla minuto a minuto.