El director Manuel Martín Cuenca, presenta en el festival de Cine de San Sebastián, Caníbal. En ella descubrimos a un solitario personaje, enmarcado en una Granada que luce majestuosa.

Guiados por la cámara viajamos de una Sierra, esplendorosa, grave, gélida, que muestra a una naturaleza en toda su grandeza, a una ciudad resplandeciente, dónde los ecos de la Semana Santa, nos invita a vivir su bullicio y fervor. La cámara se acerca, y penetramos en un viejo taller, en sus empinadas callejuelas, y enfocamos en un sastre de mediana edad, reservado, pulcro y meticuloso, que bajo sus visos de respetabilidad y eficiencia, esconde una mirada oscura, retadora y perturbadora.

Antonio de la Torre nuevamente demuestra, sus grandes dotes interpretativos, en la recreación de este personaje, siniestro, capaz de encarnar la normalidad y al mal con igual arte. Celebramos su mirada para encarnar el límite del mal y dar rienda a sus instintos, su pulcritud para revestir la normalidad. Aunque esperábamos más complejidad en el desarrollo de la trama. El personaje decae al mostrar su debilidad: la narración de una emoción que puede hacer tambalearse la seguridad de su mundo. Lamentamos no poder ahondar más en la génesis del mal y en los límites que nos hace humanos.