Hubo un momento, hacia la mitad de la película, que estuve tentando de abandonarla. La tediosa lentitud de la acción y el comportamiento errático de la protagonista estaban consiguiendo irritarme. Pero aguanté, y ya veis, la califico de buena película, aunque puede que algunos la consideren anticuada. No en vano se basa en una obra teatral del gran Terence Rattigan, un autor que dominó las tablas británicas durante décadas (Mesas separadas, El caso Winslow, La versión de Browning) con sus desmesurados dramas ambientados en las clases altas del país. Por otra parte, en su momento fue el guionista mejor pagado de la historia (Adiós, Mr. Chips, El Roll Royce amarillo, Hotel Internacional). En los últimos años, ha experimentado un revival y sus obras vuelven a representarse con gran éxito. En el caso que nos ocupa, la estremecedora interpretación de Rachel Weisz es la clave del film: en un trabajo que otra actriz habría aprovechado para desmelenarse (pienso en la insufrible Meryl Streep; no sé qué le ven a esa arpía), Weisz nos depara un gotear de sentimientos, casi siempre contenidos, que van conformando la tragedia de su vida. Su psicología es compleja, y tiene momentos de bofetada. Como tan bien define su amante en un momento dado, "te casas con el primero que te lo propone y te largas con el primero que se presenta". No sólo es que la chica elija mal, es que cada decisión que toma es equivocada. Creo que no estaba preparada para la madurez, y la pilló desprevenida. No os perdáis este gran recital de Rachel Weisz.