Supongo que está bien, el querer ponerte algo místico y sacar la carta de la acción contemplativa.
Pero, o bien te aseguras de que al final haya chicha, o haces del recorrido algo de lo que no puedas apartar la mirada.

'The Midnight Swim', si bien no es tan terrible como pudiera parecer, carece de una cosa y de la otra.
Tres hermanas se reunen en la casa familiar al lado de un lago, para dar el último adiós a una madre que fue demasiado lejos en su inmersión final.
El escenario está preparado para el misterio porque June, la cámara de todo el documento, no deja de creer que ese lago tiene algo especial bajo la superficie, quizás un misterio que a su madre se le olvidó mencionar.

Primero de todo, es meritorio construir la dinámica entre las tres mujeres de manera que no son diálogos expositivos lo que nos revela sus pérdidas, sino puntuales picos de tensión, desvelando que se encuentran desamparadas por una felicidad que nunca les llegó.
De algún modo, es ese misticismo por el lago, ese espejo de estrellas, el que las permite desembarazarse de sus reservas y ser las hermanas que nunca fueron.
Enamorándose, cantando y riendo como si madre les estuviera dando un último regalo desde el más allá: velos, pájaros muertos y fotos nocturnas aparecen sedimentando recuerdos; impresiones especiales atadas a una casa que ya no quieren vender.

Una pena que el ritmo moroso y la planificación inadecuada (¿para qué hacerla cámara encontrada?) se carguen ese débil hilo de otro mundo que está curando las heridas de una madre ausente y algo desencantada.
Al final, cada uno lidia con la muerte como puede, y las respuestas no le pertenecen a nadie: si hubiera que elegir, mejor que una despedida sea una celebración antes que un funeral.

Este chapuzón parece querer ir en esa línea... pero a mitad de nadar se pierde lo que iba buscando.