La mejor baza de Dario Argento, precursor de un subgénero propio dentro del cine, es la manera de filmar el miedo, la ansiedad del acoso, los quehaceres del malo cuya identidad se desconocerá hasta el final, la intriga por lo desconocido. No hay duda de que lo más importante es el personaje asesino, un psicópata que acapara la investigación y cuyas desviadas ocupaciones harán que un escritor yanqui se inmiscuya en esas indagaciones, tanto, que acabará siendo el objeto de la manía perseguidora del mencionado desequilibrado. Pues bien, ese acoso y los interrogantes por desvelar son sin duda los puntos fuertes de "El pájaro de las plumas de cristal", y por desgracia, las agujeros en el argumento son los puntos débiles. Imposible pasar por alto tanta estupidez policial, dejarse llevar sin dar un grito de desaliento, de decepción, porque las estética es atractiva, el punto de partida inmejorable, y sin embargo, sobre todo en su parte final, se produce un lamentable descalabro argumental.

Argento juega con una fotografía de correctísimo formalismo, ofrece una estética que pocos protestarán, pero patina en cuanto a credibilidad. No creo que sea un cine para muy exigentes, el pajarraco que da título a la película está ahí, escondido como el asesino, que apenas enseña unos guantes o un sombrero, cosas buenas mezcladas con muy malas (ese pintor...), pero en general no creo que sea una gran película.