Es que las novelas de esta señora siempre me han parecido soporíferas y las películas peor que peor, con un tufillo a burgueses decadentes que me echa para atrás.

En este caso, además de un gran guión, un reparto óptimo para personajes que en manos de estos actores dejan de ser de cartón piedra para convertirse en seres humanos atractivos, encabezados por un juez de postín y una enfermera no menos apasionante.

Porque Laughton y Lancaster (juez y su enfermera) disfrutaban mucho con estos personajes, ya que además eran un matrimonio bastante feliz.

Laughton borda el juez cascarrabias y a la vez sabio, ingenioso, vividor. Dietrich va más allá de sus estereotipados personajes de mujer fatal, y el galán de galanes Tyrone Power sorprende en la piel de un personaje singular.

El gran Billy Wilder hizo después muchas películas magistrales, nunca más de este género de trama policiaca con juicio palpitante, con lo cual aumenta su interés.

Si toda la producción permanece admirable, el final continúa siendo una grata sorpresa.