Me he resistido a escribir algo porque tal producción requiere más de un foco y verla más de una vez . Y recién en la última de 4 veces, pude dejar de tener las pulsaciones sobre 110 y ver la silenciosa complejidad de cada personaje y como se somete ( y somete) al descontrol de los impulsos.
Desde ese momento del primer plano estático a la cara de los personajes donde podemos escuchar el click, es donde nace la diferencia con respecto a todo el cine producido en Argentina. Cada vez que se encuentra una situación límite, la salida es lo discursivo y preservado.
Aquí no, aquí prima lo bestial, lo crudo, lo desfachatado y hasta la diversión de la violencia.
Entre lo oscuro, lo ruidoso, lo rutinario y el silencio, el film nos va obligando a tomar un lado y sostenerlo con firmeza por todas las espinas que conlleva el relato.
Una delicia ácida que saca pecho del honor de ser lo más visto en la historia de la Argentina.
No tiene mucho sentido escribir sobre algo que ya han visto, a la fecha, 4 millones de personas en los cines. Pero me lo debía y tenía que cumplirme y cumplir con algún despistado que no lo ha hecho o se ha encontrado con este diamante en bruto. Muy bruto