Si aparece Sean Penn (que es activista de alguna que otra causa en la vida real), seguro que hay un mensaje social o de denuncia de por medio. Pues bien, este thriller en el que Nicole Kidman escucha más de la cuenta, nos recuerda una vez más las injusticias que se sufren en África.
Como película de intriga, es bastante normalita e incluso predecible en ocasiones. Pero la salvan sus dos actores principales, que no lo hacen nada mal en su búsqueda de la verdad mientras también ponen en peligro sus vidas.
Reconozco que no es un film para ser visto demasiadas veces, pero tampoco es malo ni aburrido como para que no me guste. Y eso que la política puede echar para atrás, pero aquí no se ponen demasiado pesados en ese sentido y el resultado es aceptable y entretenido, aunque no en exceso.