El gran fallo de esta adaptación de la novela de Asa Larsson (que no he leído) es cometer el peor error del género negro o de thriller: No sorprender. No creo que haya que tener mucha intuición para dilucidar cómo va a terminar esta historia del asesinato del líder de una iglesia (no sé si evangelista) con tintes de secta.
No entiendo tampoco qué le ve la gente de especial a la novela negra nórdica. Tanto da que sea en un país frío de estos que en cualquier otro lugar. No deja de ser algo del tipo de Agatha Christie (salvando las distancias) que no es para echar cohetes. Ni siquiera la sobrevalorada saga "Millennium" me parece nada del otro mundo.
Además, esta película no está demasiado bien dirigida, pues está llena de diálogos lentos y escenas de relleno para una trama que se podría contar en media hora más que en 100 minutos.
Los actores no deslumbran. Ni siquiera la protagonista (la chica Bond de "Goldeneye") se esfuerza demasiado, aunque tampoco es que le pasen demasiadas cosas como para ofrecer una gran interpretación.
Es una película muy del montón que no invita a ser vista más de una vez y que sin embargo es muy fácil de olvidar. Su único reclamo es ser la adaptación de una novela de éxito, aunque más por la moda de Lisbeth Salander que por otra cosa. Si no fuera por eso ni siquiera me habría molestado en verla.