La genialidad no puede mantenerse siempre tan arriba, y hasta el mismísimo Steven Spielberg tiene títulos menores como este, que aun así ni siquiera es lo peor que ha llegado a hacer.
Cuenta aquí con uno de sus actores fetiche de principios de su carrera, Richard Dreyfuss, que quizás estaba (o al menos lo parece por su aspecto) algo mayor para este personaje.
Pero el verdadero problema del film es que el desarrollo del argumento tiene poco ritmo, escenas lentas y un poquito surrealistas en ocasiones, con algo de ñoñería sentimental que la hace un tanto abrupta a nivel comercial, sobre todo viniendo de quien viene.
Al menos tiene un par de cosas buenas.
Primero, está el mensaje positivista del amor como fuerza transcendente que va más allá de la muerte.
Y en segundo lugar, parece clarísimo que la premisa de “Always” tuvo como hija a la estupenda “Ghost”, que supo contar algo relativamente parecido de una manera muchísimo mejor, como todo el mundo sabe.
Los actores están bien, sobre todo Holly Hunter, y la música es bonita, sin ser ni en broma la partitura más recordada de John Williams.
Y es que está claro que Spielberg puede hacerlo mejor, sobre todo a nivel de entretenimiento, pues a ratos te hace mirar el reloj, y se hace pesada.