Imagínese que es usted un ingeniero italiano que trabaja en unos altos hornos. Y que sabe que un alto horno comprado a Italia por una empresa china y trasladado allí, tiene un defecto cuya solución solamente la conoce usted.

Pues bien, ¿se iría usted a China por su cuenta y riesgo, pagándose el viaje de su bolsillo, sin decir nada a nadie, para convencer a unos chinos -que ni siquiera sabe dónde tienen ubicada la empresa- de que deben acoplar al alto horno un aparatito inventado por usted y que se lo dona completamente gratis? ¿Y tendría usted la inmensa suerte de encontrarse por casualidad con la única chica china que conoce entre más de un millón trescientos mil chinos? ¿Y ella se ofrecería también completamente gratis a llevarle por toda la China recorriendo mil lugares que no tienen nada que ver con la empresa de los altos hornos?

Pues, aunque le parezca completamente inverosímil, ese es el argumento de la película. Película que además es lenta y está llena de primeros planos silenciosos de los dos protagonistas con caras de panolis.