Sir Clint Eastwood vuelve a nuestras pantallas por partida doble este año con ésta y 'El Intercambio', justamente de lo mejorcito que nos ha dado el 2008 y a la vez injustamente indiscriminadas en los Óscar. No me enrollo más, hablemos de 'Gran Torino'.

Todo el peso de la cinta recae en Eastwood, él se lo guisa y él se lo come todo. Está hecha perfectamente a su medida. El resto del reparto es importante pero quedan ensombrecidos por la figura de Walt Kowalski, un veterano de la guerra de Corea, donde su máxima pasión se encuentra en cuidar de su más preciado tesoro: un coche Ford Gran Torino del '72. El personaje es definido al principio como un auténtico cascarrabias, pero se va perfilando en un anciano con muchos cojones y con un corazón que no le cabe en el pecho.

He de reconocer que ni se me planteó por la cabeza verla en versión original. Toda la "culpa" la tiene la gran voz de Constantino Romero. "Ey tú, atontado de los cojones" o "¿Te has dado cuenta que, de vez en cuando, te puedes encontrar con alguien con quien que no deberías meterte? Ése soy yo". Su voz doblada infunde, aún más si cabe, más fuerza al personaje de Walt.

Bien es cierto, que le falta un poco de emoción en algunos momentos y de una buena partitura al final, ya que éste hubiese sido apoteósico pero 'Gran Torino' es otra grandísima cinta con el sello del maestro de Hollywood. El final os llegará a lo más profundo, y es que aunque ya esté viejón, Clint siempre pretende que se nos parta el alma viendo cualquiera de sus dramas. Un ejemplo más de que con una historia sin mayores pretensiones, simple y sincera se puede hacer algo grande.

Gracias Clint, tú ya te has ganado el cielo.