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AlvaroBravo rating:
6
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August 23, 2018
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El 22 de julio de 2011, Anders Breivik, un neo-nazi noruego de 32 años, atentó contra los edificios gubernamentales de Oslo con un coche bomba. Dos horas después, disfrazado de policía, fue a la isla de Utoya y empezó a tirotear contra una multitud de jóvenes miembros del Partido Laborista Noruego. Este hombre, cristiano, cometió todos esos asesinatos para demostrar los peligros de la islamización de Europa. No, muchas luces no tenía.
Seguimos a Kaja, una adolescente normal y corriente, que pasa el día como puede, sin internet, discutiendo con su hermana y charlando con sus amigos como cada día. Cuando llegan las noticias de la explosión en Oslo, se pone a hablar con sus amigos sobre lo que puede haber ocurrido (piensan que ha sido Al-Qaeda) y se preocupa por la madre de una amiga suya, que trabaja cerca del lugar de los hechos. Poco después, empezarían a sonar los disparos.
La película, salvo por un par de planos sacados de las cámaras de seguridad situadas cerca del primer atentado y que nos sirven de prólogo, está rodada en un plano secuencia que atrapa al espectador. La cámara nos convierte en un adolescente más, huyendo del terror y refugiándonos con desconocidos que como nosotros sólo intentan sobrevivir. Durante toda la película, Kaja busca a su hermana, y se detiene para ayudar a un par de campistas, bien heridos o bien en shock. Aunque me guste que muestren ese ejemplo de humanidad frente a la tragedia, algo que ya estamos acostumbrados a ver por televisión tras alguna catástrofe, siento que lastra el ritmo de la película, que quería durar lo mismo que el tiroteo real.
En un par de momentos podemos ver a Anders en la lejanía, una decisión, en mi opinión, desafortunada. Nunca se le ve claramente ni habla, podría haberlo "interpretado" (poner el cuerpo más que nada) cualquiera, ¿entonces para qué mostrarlo? No era necesario realmente, pues estamos viendo algo que sabemos que él ha provocado. El monstruo es real y la película nos recuerda que aún hay más gente así suelta, no hace falta humanizarlo (como cuando le quitan la máscara a Michael Myers en Halloween). Su presencia reside en los disparos, que no dejan de sonar, y en los niños asustados corriendo por sus vidas, ver su figura "estropea" el efecto conseguido, en mi opinión.
Entiendo que la película levante ampollas (afortunadamente) entre los sectores más conservadores, ya no sólo por el eterno debate de si es moral o no hacer una película sobre una tragedia real, sino por el recordatorio final.
"La extrema derecha está creciendo cada vez más rápido en Europa y sus grupos terroristas siguen actuando".
Seguimos a Kaja, una adolescente normal y corriente, que pasa el día como puede, sin internet, discutiendo con su hermana y charlando con sus amigos como cada día. Cuando llegan las noticias de la explosión en Oslo, se pone a hablar con sus amigos sobre lo que puede haber ocurrido (piensan que ha sido Al-Qaeda) y se preocupa por la madre de una amiga suya, que trabaja cerca del lugar de los hechos. Poco después, empezarían a sonar los disparos.
La película, salvo por un par de planos sacados de las cámaras de seguridad situadas cerca del primer atentado y que nos sirven de prólogo, está rodada en un plano secuencia que atrapa al espectador. La cámara nos convierte en un adolescente más, huyendo del terror y refugiándonos con desconocidos que como nosotros sólo intentan sobrevivir. Durante toda la película, Kaja busca a su hermana, y se detiene para ayudar a un par de campistas, bien heridos o bien en shock. Aunque me guste que muestren ese ejemplo de humanidad frente a la tragedia, algo que ya estamos acostumbrados a ver por televisión tras alguna catástrofe, siento que lastra el ritmo de la película, que quería durar lo mismo que el tiroteo real.
En un par de momentos podemos ver a Anders en la lejanía, una decisión, en mi opinión, desafortunada. Nunca se le ve claramente ni habla, podría haberlo "interpretado" (poner el cuerpo más que nada) cualquiera, ¿entonces para qué mostrarlo? No era necesario realmente, pues estamos viendo algo que sabemos que él ha provocado. El monstruo es real y la película nos recuerda que aún hay más gente así suelta, no hace falta humanizarlo (como cuando le quitan la máscara a Michael Myers en Halloween). Su presencia reside en los disparos, que no dejan de sonar, y en los niños asustados corriendo por sus vidas, ver su figura "estropea" el efecto conseguido, en mi opinión.
Entiendo que la película levante ampollas (afortunadamente) entre los sectores más conservadores, ya no sólo por el eterno debate de si es moral o no hacer una película sobre una tragedia real, sino por el recordatorio final.
"La extrema derecha está creciendo cada vez más rápido en Europa y sus grupos terroristas siguen actuando".
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
La muerte de Kaja al final me sorprendió. Tenía la sensación de que moriríamos nosotros (o sea, que la cámara recibiría un disparo y caería al suelo) como recordatoria de que le puede pasar a cualquiera de los espectadores.