Las conversaciones entre estos señores jamás llegaron a interesarme en demasía, y prometo que la cogí con ganas. La obra jamás llega a hacer el cambio, a convertirse en algo más allá de lo que parece, jamás deja de ser excesivamente mundana, con la sumada contrariedad de que está llevada al extremo. Así que ni una cosa ni la otra. Quizás era la intención de David Mamet, de que viésemos unos momentos cualquiera de estos tipos al borde de un ataque de nervios, pero no sé, no termino de ver nada sobresaliente, ni siquiera notable.

A excepción del reparto, claro. La reunión de estrellas es apoteósica. Incluso Alec Baldwin está formidable. Si cuento bien, son siete actores de primer nivel, nada menos, pasándose la patata caliente (la patata caliente somos nosotros). El ganador indiscutible es un Jack Lemmon al que no tenía el gusto de conocer. Sabía quién era, evidentemente, pero aún no le había visto actuar. ¡Qué manera de llevar al personaje la suya! ¡De pasar del ímpetu al derrotismo, de estar a punto a llorar! Brutal. Le siguen Ed Harris y Alan Arkin -este último tronchante-, derrotados por el agónico sistema de ventas. Se carcomen el uno al otro y se van hundiendo poco a poco. En el otro lado de la balanza se sitúan Kevin Spacey y Al Pacino, posiblemente los mejores actores del grupo y los que menos me gustaron por hacer de sí mismos. Spacey pone las mismas caras que en "L.A. Confidential" y Pacino está pasadísimo de vueltas. Es mi actor favorito pero aquí no lo compro.

Quizás habrá influido en negativo que me haya dedicado a las ventas en algún momento de mi vida, lo cual debería haber influido precisamente en todo lo contrario, pero el caso es que entendí el lenguaje que usan los personajes, el estrés que llevan encima, la deriva conspiracionista en la que terminan envueltos, rozando el paroxismo. Es tal cual, sólo que hay elementos que no me trago, como lo de insultar constantemente al jefe. Y lo hacen casi todos. Pero no es lo peor de todo, pues la suspensión de incredulidad está para usarla, sobre todo si sabes que esto es una obra de teatro; lo más reprochable es que "Éxito a cualquier precio" me aburrió.

No obstante, valoro su originalidad. Es una película distinta al resto que habla de un mundo muy concreto de un modo muy concreto. El autor sabía de qué quería hablar y logra trasladarlo. Que a mí no me haya apasionado y vea en ella varias cosas mejorables no es óbice para despreciarla en su totalidad, pues a diferencia de otras películas que he puesto a calco, de las que no salvo ni dos fotogramas y que no se las recomendaría ni a mi peor enemigo, "Éxito a cualquier precio" es una obra digna de mención y de tener en cuenta.